domingo, 13 de septiembre de 2015

Se acerca el día y ya no te recuerda el viento.
Se acuerdan de ti las campanas una vez al año, yo todos los días… 
Y es que a una persona como la que fuiste tú, y hoy sigues siendo para mí, es difícil de olvidar.
Me acuerdo de ti… 
De tus arrugas, de tu risa, de tu manera de abrazarme y de tu querer.
Pero ya casi no nos recuerdo juntos…
No me acuerdo de tu olor y eso me duele. 
No me acuerdo de tus caricias...
Me duele. 
Me duele haber olvidado algo tan importante, tan solo porque no lo tengo todos los días.
Rabio cada vez que juego a las cartas y las cojo con la mano izquierda… Rabio porque no te tengo delante para llamarme zocato.
Es rabia, es dolor, pena y desesperación saber que nunca más me vas a llamar zocato.
Que nunca me vas a hablar, ni abrazar, ni echar de menos cuando me vaya.
Nunca volveré a saber lo que se siente al salir de tu casa despreocupado y sin echarte de menos en la ida, porque pensaba, tonto… Tonto… Pensaba que siempre ibas a estar. 
Y ya no estás, abuela.
No…
Y el mundo no puede sujetarme cuando grito a solas que te echo de menos.
No hay paredes que me contengan a la hora de volar hacia ti, pero no se despliegan mis alas.
Abuela, estoy llorando.
Estoy llorando y de nada me sirve si no enjugas mis lágrimas.
Puedes volver…, ¿por favor? 
Que se me hacen las noches cada vez más oscuras y tengo miedo.
Tengo miedo abuela, no quiero perder a nadie más.
No estoy preparado para esto.
Nadie está preparado para echar de menos a alguien tanto como te echo de menos yo.
Cada vez estoy mas roto, y necesitarte no ayuda. 
Echarte de menos me rompe y me arregla a la vez.
¿De qué habla la fe, si no me ayuda a acercarme a ti?
Me siento estúpido suplicando un minuto más contigo, como si fuese un crío que no quiere madrugar, como si fuese tan fácil. 
Como si fuese posible…
¿Me has olvidado tú? ¿Puedes olvidarme?
Ya me advertiste de que esto iba a pasar y yo no quise escucharte: “la abuela se va…”. 
Y yo solo te cogí la mano y te dije que nunca dejaría que eso pasase.
Y aquí me tienes, incapaz de haber cumplido la promesa más importante de mi vida. 
¿Cómo espera la gente que cumpla sus absurdas exigencias si no pude salvarte a ti?
A ti, pilar de mi mundo y alma de mi cuerpo. 
A ti no pude salvarte, y ahora no puedo salvarme a mí mismo de reprochármelo todos los días.
Que se ha ido la puta luz de mi vida, JODER.
QUE SIN TI NO SOY NADA.
QUE TE QUIERO.
QUE TE ECHO DE MENOS.
Que te necesito aquí, abuela…
Te necesito. 
Estás muerta joder, ¿QUÉ COJONES SIGNIFICA ESO?
NO ME PARECE BIEN JODER, NADIE ME HA PREGUNTADO SI ESTABA PREPARADO PARA ESTA HOSTIA, NADIE TE DIO PERMISO PARA IRTE, NO DIJISTE NADA.
Vuelve de inmediato y explícame por qué era ese tu momento de partir, porque no entiendo por qué no te quedaste para estar conmigo.
No entiendo esta puta mierda de vida, que me dio a alguien como tú para luego apartarte de mi camino sin ni si quiera avisar.
Y esto es egoísta e irracional, como lo es esta puta vida en la que me ha tocado vivir ahora que no estás.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Quiéreme como si no fuésemos a morir en la vida.
Bésame como si esta noche fuese a dormir contigo y mañana te despertases solo.
Suspira con más frecuencia cuando esté a tu lado.
Desincronicemos nuestros relojes hasta que sea la hora exacta para querernos. 
Para besarnos, para tenernos.
Besémonos. 
Tengámonos.
Ganemos al tiempo buscándonos las cosquillas.
Seamos los acordes de tu canción favorita.
Muramos como si hubiésemos querido alguna vez de verdad.
Crea verdades en mis hoyuelos, fantasías en mi espalda. 
Hagamos que las estrellas brillen sin motivo. 
Riamos como si estando muertos notásemos la brisa de nuestros alientos en el cuello.
Gritemos, porque gritar está tan sobrevalorado como el querer. 
Gritemos de verdad, desde dentro. 
Gritemos como si tuviésemos motivos por los que gritar.
Gritemos como si tuviésemos motivos por los que querer. 
Querámonos como si estar juntos no fuese una excusa para hacerlo. 
Estemos juntos porque nos queramos.
Elige mi risa de entre todas y prometo reír contigo.
Elige lo que quiera que veas en mí y veámoslo juntos.
Cuéntame lo que ves cuando te llevo a lo más alto y te llevaré todos los días. 
Cuéntame lo que ves cuando vuelas, y volemos.
Termina ya ese cigarro, que te voy a enseñar las nubes por fuera y lo que mi sonrisa siente por dentro.