Capítulo 11
Me levanto tarde y bajo a comer algo. En la mesa de la
cocina están Nora y Carlos desayunando. No les miro a la cara ni les digo nada,
total, ¿para qué? Mi abuela me dijo una vez cuando yo era pequeño: si no tienes
nada bueno que decir de alguien mejor no abrir la boca. Cojo un zumo frío de la
nevera y cuando voy subiendo las escaleras para llegar a mi cuarto me detengo y
les digo:
-¿Desde cuando en esta casa los perros comen en la mesa?
–Digo mirando a David a los ojos para que se dé por aludido y sigo subiendo las
escaleras.
Si antes no he dicho que estaba en la mesa de la cocina es
para que quede clara la posición que ocupa él en mi jerarquía de prioridades
vitales: Thomas, Edu, Bree, los zumos de sandía, los chicles de fresa, mis
padres, los patos y eso a lo que yo solía llamar hermano mayor.
Paso por el cuarto de Edu y entro, estaba durmiendo.
-Eh enano, anoche estuve con Bree. –Le digo haciéndole
cosquillas en la barriga. Vaya… Hacía siglos que no le hacía cosquillas a mi
hermano.
-¿Te dijo algo de mí? ¿Qué tal anoche? ¡Cuenta!
-Pues no me dijo nada sobre ti directamente, pero cuando te
mencioné la noté muy ilusionada. –Esto despierta una gran sonrisa en su cara.
-¿Y qué tal con Tom?
-Pues se llevó una gran sorpresa y todo gracias a ti. Estuvimos
toda la noche juntos, llegué a casa a eso de las 05.10 o 05.15 y me acosté. ¿Te
gustaría venir esta tarde a su casa? Y así puedo usarte de excusa para ir a
verle y tu ves a Bree.
-¡Si, eso sería genial!
-Bueno, voy a llamar a Tom para decírselo. Ah, te quito el
iPod un rato, me apetece escuchar música.
-Vale, todo tuyo. –Me dice, yo lo cojo y me voy a mi
habitación.
Subo la persiana y me siento en el escritorio con mi móvil
en la mano, marco su número y le llamo.
-Buenos días, ¿ha dormido bien el señor?
-Mejor que nunca, ¿a qué hora te fuiste a casa?
-A las cinco, me despedí de ti, ¿no te acuerdas?
-Eh si… No, la verdad es que no. –Dice riéndose.
-¿Tienes algo planeado para esta tarde? Tenía pensado
acercar a mi hermano a ver a Bree. Por lo visto se conocen, ya sabes, son
amigos y eso… Entre nosotros, mi hermano está pillado por tu hermana.
-¿No me digas? Tu hermano se llama Edu, ¿verdad? Bree no
deja de hablar de un tal Edu que está “buenísimo y que además es majo y
cariñoso”. Tiene hasta planes de boda con él. –Ambos nos reímos.
-Te veo esta tarde entonces.
-Antes de colgar, recuerda que tú y yo tenemos algo
pendiente esta noche… Busca una manera de echar a los peques que de lo demás me
encargo yo. –Me dice Thomas.
-No se me olvida, tranquilo que de ellos me ocupo yo. Te
quiero amor.
-¡Yo más! –Me dice y rápidamente cuelga.
Bueno pues me toca rascarme el bolsillo a ver que saco para
mandar a los niños de paseo unas horas. 10 euros de la cartera, 2 euros debajo
de la cama, en la hucha 13 euros… Voy a la habitación de Edu.
-Tienes una cita con Bree esta tarde y va a ser hasta bien
entrada la noche por tu bien, como te acerques a su casa temprano estás muerto.
Toma anda, 25 euros que he conseguido, un botón que se me ha caído de los
pantalones, un chicle de fresa ácida y un bono para el bus con unos seis o
siete viajes… Bueno no, el chicle me lo quedo yo. –Le digo, lo desenvuelvo y me
lo meto en la boca. Al notar la acidez de la fresa en mi lengua pongo una cara
entre asco y risa arrugando el morro. Mi hermano me abraza. Esto no está bien
mi hermano abrazándome y yo no puedo quitar la cara de asco, puto chicle.
Me meto al aseo y pongo los altavoces a todo volumen y
selecciono el playlist de Avril Lavigne, pongo el iPod en aleatorio y suena “Wish
You Were Here” canción adecuada para el momento adecuado, una ducha caliente y
relajada con él y es que después de hablar con Tom apenas unos segundos
desearía que estuviese aquí. Estoy dentro de la ducha cantando, bueno, si a lo
que yo hago se le puede llamar cantar: “Daaaamn, Damn, Damn!” grito bien fuerte
para que todos puedan oírme. Me enjabono y me lavo bien el pelo escuchando
“Girlfriend” y para cuando salgo, al final de ésta, comienza a sonar “What The
Hell” y yo comienzo a saltar a cantar y a mover la cabeza. El Soldado Fresh
también baila, aquí todas las partes de mi cuerpo bailan y rezuman felicidad
por cada uno de mis poros. Seco mi pelo y salgo desnudo hasta mi habitación
corriendo y dando saltos, nadie se da cuenta y desde luego esta vez no me están
grabando o eso espero. Me pongo mis Converse grises y luego voy a ponerme los
pantalones y me doy cuenta de que ya llevo puestos los zapatos, me los quito y
me pongo los pantalones y ahora si los zapatos después. Estoy realmente
nervioso… Unos pantalones vaqueros negros y una camisa a cuadros intercalando
el color negro y un azul eléctrico. Estoy un poco despeinado y mi patilla
izquierda ha vuelto a hacer de las suyas, espero que Thomas no se de cuenta… No
me afeito, sé que le gusta mi barba cuando es de apenas unos días. Me perfumo
de la cabeza a los pies con mi perfume favorito y me dirijo a la habitación de
mi hermano, a ver si él está preparado y vaya si lo está: va impresionante,
lleva unas Nike 6.0 grandes y con dibujos, rayas azules, rojas y negras. Unos
chinos lilas o morados con una camisa a cuadros verde y azul que resalta sus
ojos y lo más bonito que lleva esta tarde puesto es una gran sonrisa de oreja a
oreja que se mezcla con un poco de angustia.
-Vaya… –Digo al verle.
-¿Te gusta?
-Si, vas genial.
-¿Tú crees, no me he arreglado mucho o muy poco?
-Vas genial, ¿estás nervioso verdad?
-Mucho, no lo sabes tú bien.
-Si no me equivoco no es tu primera cita, o sea, que sabes
cómo van estas cosas incluso mejor que yo.
-Pero no es lo mismo Diego y lo sabes.
-Tienes razón… Bueno vamos que todavía hay que coger el bus.
Ya en el bus hablamos de los planes que tenemos cada uno y
nos contamos nuestras cosas.
-¿Dónde la vas a llevar Casanova? –Le pregunto dándole con
el codo en las costillas.
-Pues no sé, había pensado ir a cenar a una pizzería y
después pasar la noche jugando a los bolos o en el cine… ¿Y tú?
-Pues no lo sé, Tom dice que me tiene una sorpresa preparada
así que no sé nada de nada. –Mentira, una idea me hago de lo que vamos a hacer
y eso es mejor que Edu no lo sepa, al menos por ahora.
-¿Algún consejo? –Me dice cuando bajamos del autobús en la
calle de Thomas y Bree.
-Tranquilízate a Bree le gustas, es más, no deja de hablar
de ti según me ha dicho un pajarito.
-¡¿Qué te han dicho?!
-Que sepas lo que te he dicho no implica que lo tengas todo
ganado… Tienes que ganártela. –Dicho esto toco el timbre de la casa y espero
impaciente a que abran la puerta. Abre la puerta Bree y vaya, está
impresionante, lleva el pelo ondulado y ensalza su rubio con un magnífico
brillo. En realidad no es su pelo únicamente lo que resplandece, ella misma
desprende una luz viva y alegre. Lleva una camiseta marrón larga, como un
vestido y unos pantalones cortos vaqueros muy, muy cortos con unas medias casi
imperceptibles que hacen que sus piernas parezcan mucho más largas acabando
en unos botines con tacón marrones.
-Mi hermano está en la cocina. ¿Nos vamos Edu?
-Eh… –Está completamente embobado le doy una colleja. Vuelve
a nuestro planeta y le ofrece el brazo para que Bree ande a su lado. Bree con
tacones es casi igual de alta que él, ahora mismo le llega más arriba del
hombro. Imagino cuán felices serán si llegan algún día a estar juntos y se
cierra la puerta de la casa. Mierda… Toco el timbre y me abre la puerta Thomas.
-¡Te estaba esperando, pasa! –Y sale corriendo hacia la
cocina. Lleva un delantal negro y cuando se va corriendo veo como su culito
moreno va dando botes con él. Va desnudo y solo lleva el delantal. Dios me
encanta Tom por estas cosas, cuando menos te lo esperas te sorprende y además
tiene un culo de infarto.
-¡Madre mía, ven aquí que te como! –Digo cerrando la puerta
y dejándola a mis espaldas. Comienzo a andar hacia la cocina con ganas de
ponerle contra la pared y besarle sin parar durante toda la noche. Llego a la
cocina y flipo. Flipo mucho.
Hay pétalos de rosa de varios colores creando una senda en
el suelo cercada por una hilera de velas rojas. Sigo la senda y llega al salón.
Las velas rodean una mesa muy baja que está en el suelo, hay varias velas más
rodeando la sala que la iluminan y esta vez si se ve con claridad. Me siento en
un cojín y al corto rato de estar ahí, se acercan por mi espalda y me cubren
los ojos con un pañuelo de seda o algo parecido. Me besa los labios y me va
desabrochando la camisa.
-Abre la boca. –Susurra Tom en mi oído.
Le hago caso y noto en mis labios un dulzor caliente
únicamente propio del chocolate, muerdo y saco otro sabor, éste mezcla dulce y
ácido: el de las fresas.
-Fresas con chocolate, ¿verdad?
-Así es.
Se posa en mis labios esta vez una crema fría, muerdo y es
blando y muy dulce.
-¿Plátano con nata?
-Muy bien.
Lo siguiente que me pone en los labios tiene azúcar lo
muerdo y un jugo llena mi boca, sin duda: naranja.
-Naranja con azúcar.
-¿Y esto? –Me dice besándome.
-Mmm… No sé, no lo tengo claro, dame más. –Sigue besándome,
tiene su mano en mi cintura desnuda.
-¿Sabes ya que es?
-Lo mejor que hay en éste mundo sin duda. –Digo quitándome
el pañuelo y mirándole a los ojos.
Me quito los pantalones y le agarro por el culo, nos besamos
desenfrenadamente y le suelto el delantal de la parte del cuello quedándole
éste por las caderas. Se sube encima de mí y le agarro por la espalda mientras
él me besa por el cuello y baja a mi pecho. Agarra mis slips por las caderas y
los desliza por mis piernas hacia abajo, cuando los ha sacado los tira al suelo
y sigue el recorrido de sus besos por mi ombligo hacia abajo. Suelto el
delantal de sus caderas y cuando Thomas se da cuenta me mira con una cara
juguetona y ambos nos reímos.
Giramos por el suelo y es mi momento, estoy sobre Tom que me
atrae enroscando sus piernas sobre mis caderas hacia él.
-Thomas, yo no…
-Tranquilo, estoy preparado tu solo hazlo.
-Pero, ¿sin ningún lubricante ni nada?
-Si, tengo uno y además es natural. –Me dice guiñándome el
ojo. No entiendo esto último hasta que lo noto. Era el mayor placer que había sentido
hasta ahora, me tiemblan las piernas y siento escalofríos que recorren todo mi
cuerpo.
-Dios… -Digo con la respiración acelerada.
Mi gran amigo el Soldado Fresh está ahora cubierto de saliva
y listo para la batalla. Tom me vuelve a rodear con las piernas, apoyo mi mano
derecha sobre su pecho y con la izquierda presiono haciendo que entre la punta.
Thomas se estremece en el suelo y le pregunto que si está bien, me contesta
asintiendo con la cabeza y yo sigo con mi tarea. Cuán equivocado estaba al
pensar que una felación era lo mejor del mundo, sin duda esto le daba mil
patadas. La presión, el calor, el sudor de nuestros cuerpos ahora más juntos
que nunca. Tom no tarda mucho en acabar y se corre sobre su pecho poco después
de él voy yo que la saco a toda prisa terminando en el suelo. Bueno, ya se
limpiará. Me tiro a su lado y yacemos ambos en el suelo desnudos, respirando entrecortadamente. Poso mi mano sobre su pecho, beso su mejilla y descanso la cabeza en el suelo. Tom gira su cabeza hacia donde estoy y nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos, sonriendo y más vivos que nunca.