lunes, 30 de abril de 2012


Capítulo 11

Me levanto tarde y bajo a comer algo. En la mesa de la cocina están Nora y Carlos desayunando. No les miro a la cara ni les digo nada, total, ¿para qué? Mi abuela me dijo una vez cuando yo era pequeño: si no tienes nada bueno que decir de alguien mejor no abrir la boca. Cojo un zumo frío de la nevera y cuando voy subiendo las escaleras para llegar a mi cuarto me detengo y les digo:
-¿Desde cuando en esta casa los perros comen en la mesa? –Digo mirando a David a los ojos para que se dé por aludido y sigo subiendo las escaleras.
Si antes no he dicho que estaba en la mesa de la cocina es para que quede clara la posición que ocupa él en mi jerarquía de prioridades vitales: Thomas, Edu, Bree, los zumos de sandía, los chicles de fresa, mis padres, los patos y eso a lo que yo solía llamar hermano mayor.
Paso por el cuarto de Edu y entro, estaba durmiendo.
-Eh enano, anoche estuve con Bree. –Le digo haciéndole cosquillas en la barriga. Vaya… Hacía siglos que no le hacía cosquillas a mi hermano.
-¿Te dijo algo de mí? ¿Qué tal anoche? ¡Cuenta!
-Pues no me dijo nada sobre ti directamente, pero cuando te mencioné la noté muy ilusionada. –Esto despierta una gran sonrisa en su cara.
-¿Y qué tal con Tom?
-Pues se llevó una gran sorpresa y todo gracias a ti. Estuvimos toda la noche juntos, llegué a casa a eso de las 05.10 o 05.15 y me acosté. ¿Te gustaría venir esta tarde a su casa? Y así puedo usarte de excusa para ir a verle y tu ves a Bree.
-¡Si, eso sería genial!
-Bueno, voy a llamar a Tom para decírselo. Ah, te quito el iPod un rato, me apetece escuchar música.
-Vale, todo tuyo. –Me dice, yo lo cojo y me voy a mi habitación.
Subo la persiana y me siento en el escritorio con mi móvil en la mano, marco su número y le llamo.
-Buenos días, ¿ha dormido bien el señor?
-Mejor que nunca, ¿a qué hora te fuiste a casa?
-A las cinco, me despedí de ti, ¿no te acuerdas?
-Eh si… No, la verdad es que no. –Dice riéndose.
-¿Tienes algo planeado para esta tarde? Tenía pensado acercar a mi hermano a ver a Bree. Por lo visto se conocen, ya sabes, son amigos y eso… Entre nosotros, mi hermano está pillado por tu hermana.
-¿No me digas? Tu hermano se llama Edu, ¿verdad? Bree no deja de hablar de un tal Edu que está “buenísimo y que además es majo y cariñoso”. Tiene hasta planes de boda con él. –Ambos nos reímos.
-Te veo esta tarde entonces.
-Antes de colgar, recuerda que tú y yo tenemos algo pendiente esta noche… Busca una manera de echar a los peques que de lo demás me encargo yo. –Me dice Thomas.
-No se me olvida, tranquilo que de ellos me ocupo yo. Te quiero amor.
-¡Yo más! –Me dice y rápidamente cuelga.
Bueno pues me toca rascarme el bolsillo a ver que saco para mandar a los niños de paseo unas horas. 10 euros de la cartera, 2 euros debajo de la cama, en la hucha 13 euros… Voy a la habitación de Edu.
-Tienes una cita con Bree esta tarde y va a ser hasta bien entrada la noche por tu bien, como te acerques a su casa temprano estás muerto. Toma anda, 25 euros que he conseguido, un botón que se me ha caído de los pantalones, un chicle de fresa ácida y un bono para el bus con unos seis o siete viajes… Bueno no, el chicle me lo quedo yo. –Le digo, lo desenvuelvo y me lo meto en la boca. Al notar la acidez de la fresa en mi lengua pongo una cara entre asco y risa arrugando el morro. Mi hermano me abraza. Esto no está bien mi hermano abrazándome y yo no puedo quitar la cara de asco, puto chicle.
Me meto al aseo y pongo los altavoces a todo volumen y selecciono el playlist de Avril Lavigne, pongo el iPod en aleatorio y suena “Wish You Were Here” canción adecuada para el momento adecuado, una ducha caliente y relajada con él y es que después de hablar con Tom apenas unos segundos desearía que estuviese aquí. Estoy dentro de la ducha cantando, bueno, si a lo que yo hago se le puede llamar cantar: “Daaaamn, Damn, Damn!” grito bien fuerte para que todos puedan oírme. Me enjabono y me lavo bien el pelo escuchando “Girlfriend” y para cuando salgo, al final de ésta, comienza a sonar “What The Hell” y yo comienzo a saltar a cantar y a mover la cabeza. El Soldado Fresh también baila, aquí todas las partes de mi cuerpo bailan y rezuman felicidad por cada uno de mis poros. Seco mi pelo y salgo desnudo hasta mi habitación corriendo y dando saltos, nadie se da cuenta y desde luego esta vez no me están grabando o eso espero. Me pongo mis Converse grises y luego voy a ponerme los pantalones y me doy cuenta de que ya llevo puestos los zapatos, me los quito y me pongo los pantalones y ahora si los zapatos después. Estoy realmente nervioso… Unos pantalones vaqueros negros y una camisa a cuadros intercalando el color negro y un azul eléctrico. Estoy un poco despeinado y mi patilla izquierda ha vuelto a hacer de las suyas, espero que Thomas no se de cuenta… No me afeito, sé que le gusta mi barba cuando es de apenas unos días. Me perfumo de la cabeza a los pies con mi perfume favorito y me dirijo a la habitación de mi hermano, a ver si él está preparado y vaya si lo está: va impresionante, lleva unas Nike 6.0 grandes y con dibujos, rayas azules, rojas y negras. Unos chinos lilas o morados con una camisa a cuadros verde y azul que resalta sus ojos y lo más bonito que lleva esta tarde puesto es una gran sonrisa de oreja a oreja que se mezcla con un poco de angustia.
-Vaya… –Digo al verle.
-¿Te gusta?
-Si, vas genial.
-¿Tú crees, no me he arreglado mucho o muy poco?
-Vas genial, ¿estás nervioso verdad?
-Mucho, no lo sabes tú bien.
-Si no me equivoco no es tu primera cita, o sea, que sabes cómo van estas cosas incluso mejor que yo.
-Pero no es lo mismo Diego y lo sabes.
-Tienes razón… Bueno vamos que todavía hay que coger el bus.
Ya en el bus hablamos de los planes que tenemos cada uno y nos contamos nuestras cosas.
-¿Dónde la vas a llevar Casanova? –Le pregunto dándole con el codo en las costillas.
-Pues no sé, había pensado ir a cenar a una pizzería y después pasar la noche jugando a los bolos o en el cine… ¿Y tú?
-Pues no lo sé, Tom dice que me tiene una sorpresa preparada así que no sé nada de nada. –Mentira, una idea me hago de lo que vamos a hacer y eso es mejor que Edu no lo sepa, al menos por ahora.
-¿Algún consejo? –Me dice cuando bajamos del autobús en la calle de Thomas y Bree.
-Tranquilízate a Bree le gustas, es más, no deja de hablar de ti según me ha dicho un pajarito.
-¡¿Qué te han dicho?!
-Que sepas lo que te he dicho no implica que lo tengas todo ganado… Tienes que ganártela. –Dicho esto toco el timbre de la casa y espero impaciente a que abran la puerta. Abre la puerta Bree y vaya, está impresionante, lleva el pelo ondulado y ensalza su rubio con un magnífico brillo. En realidad no es su pelo únicamente lo que resplandece, ella misma desprende una luz viva y alegre. Lleva una camiseta marrón larga, como un vestido y unos pantalones cortos vaqueros muy, muy cortos con unas medias casi imperceptibles que hacen que sus piernas parezcan mucho más largas acabando en   unos botines con tacón marrones.
-Mi hermano está en la cocina. ¿Nos vamos Edu?
-Eh… –Está completamente embobado le doy una colleja. Vuelve a nuestro planeta y le ofrece el brazo para que Bree ande a su lado. Bree con tacones es casi igual de alta que él, ahora mismo le llega más arriba del hombro. Imagino cuán felices serán si llegan algún día a estar juntos y se cierra la puerta de la casa. Mierda… Toco el timbre y me abre la puerta Thomas.
-¡Te estaba esperando, pasa! –Y sale corriendo hacia la cocina. Lleva un delantal negro y cuando se va corriendo veo como su culito moreno va dando botes con él. Va desnudo y solo lleva el delantal. Dios me encanta Tom por estas cosas, cuando menos te lo esperas te sorprende y además tiene un culo de infarto.
-¡Madre mía, ven aquí que te como! –Digo cerrando la puerta y dejándola a mis espaldas. Comienzo a andar hacia la cocina con ganas de ponerle contra la pared y besarle sin parar durante toda la noche. Llego a la cocina y flipo. Flipo mucho.
Hay pétalos de rosa de varios colores creando una senda en el suelo cercada por una hilera de velas rojas. Sigo la senda y llega al salón. Las velas rodean una mesa muy baja que está en el suelo, hay varias velas más rodeando la sala que la iluminan y esta vez si se ve con claridad. Me siento en un cojín y al corto rato de estar ahí, se acercan por mi espalda y me cubren los ojos con un pañuelo de seda o algo parecido. Me besa los labios y me va desabrochando la camisa.
-Abre la boca. –Susurra Tom en mi oído.
Le hago caso y noto en mis labios un dulzor caliente únicamente propio del chocolate, muerdo y saco otro sabor, éste mezcla dulce y ácido: el de las fresas.
-Fresas con chocolate, ¿verdad?
-Así es.
Se posa en mis labios esta vez una crema fría, muerdo y es blando y muy dulce.
-¿Plátano con nata?
-Muy bien.
Lo siguiente que me pone en los labios tiene azúcar lo muerdo y un jugo llena mi boca, sin duda: naranja.
-Naranja con azúcar.
-¿Y esto? –Me dice besándome.
-Mmm… No sé, no lo tengo claro, dame más. –Sigue besándome, tiene su mano en mi cintura desnuda.
-¿Sabes ya que es?
-Lo mejor que hay en éste mundo sin duda. –Digo quitándome el pañuelo y mirándole a los ojos.
Me quito los pantalones y le agarro por el culo, nos besamos desenfrenadamente y le suelto el delantal de la parte del cuello quedándole éste por las caderas. Se sube encima de mí y le agarro por la espalda mientras él me besa por el cuello y baja a mi pecho. Agarra mis slips por las caderas y los desliza por mis piernas hacia abajo, cuando los ha sacado los tira al suelo y sigue el recorrido de sus besos por mi ombligo hacia abajo. Suelto el delantal de sus caderas y cuando Thomas se da cuenta me mira con una cara juguetona y ambos nos reímos.
Giramos por el suelo y es mi momento, estoy sobre Tom que me atrae enroscando sus piernas sobre mis caderas hacia él.
-Thomas, yo no…
-Tranquilo, estoy preparado tu solo hazlo.
-Pero, ¿sin ningún lubricante ni nada?
-Si, tengo uno y además es natural. –Me dice guiñándome el ojo. No entiendo esto último hasta que lo noto. Era el mayor placer que había sentido hasta ahora, me tiemblan las piernas y siento escalofríos que recorren todo mi cuerpo.
-Dios… -Digo con la respiración acelerada.
Mi gran amigo el Soldado Fresh está ahora cubierto de saliva y listo para la batalla. Tom me vuelve a rodear con las piernas, apoyo mi mano derecha sobre su pecho y con la izquierda presiono haciendo que entre la punta. Thomas se estremece en el suelo y le pregunto que si está bien, me contesta asintiendo con la cabeza y yo sigo con mi tarea. Cuán equivocado estaba al pensar que una felación era lo mejor del mundo, sin duda esto le daba mil patadas. La presión, el calor, el sudor de nuestros cuerpos ahora más juntos que nunca. Tom no tarda mucho en acabar y se corre sobre su pecho poco después de él voy yo que la saco a toda prisa terminando en el suelo. Bueno, ya se limpiará. Me tiro a su lado y yacemos ambos en el suelo desnudos, respirando entrecortadamente. Poso mi mano sobre su pecho, beso su mejilla y descanso la cabeza en el suelo. Tom gira su cabeza hacia donde estoy y nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos, sonriendo y más vivos que nunca. 

domingo, 29 de abril de 2012


Capítulo 10

-¿Cómo que están aquí? ¿Qué hacen aquí? Yo no me quiero ir, quiero estar contigo. –Digo esto aún dentro de la cama, medio dormido. Parezco un auténtico niño pequeño, el pelo alborotado, la cama llena de peluches y los mofletes rojos.
-Y yo tampoco quiero que te vayas amor, pero tampoco quiero que te pelees más con tu familia por mi culpa.
-¿Cómo que por tu culpa? Tú no tienes la culpa de nada cielo… Ven aquí precioso. –Se acerca y apoya su cabeza en mi hombro.
-Venga, vístete vamos, no quiero que hagas esperar más a tus padres…
Me visto todo lo rápido que puedo y arreglo un poco mis pelos, me limpio la baba reseca y ambos nos acercamos hasta la puerta del salón, que ahora se encuentra cerrada.
-Bésame Tom, porque puede que sea la última vez que podamos hacerlo. –Él me besa.
-No seas idiota, si nos separan conseguiremos como sea vernos. –Me dice intercalando la frase con unos pocos besos más.
-¿Estás llorando? No quiero que llores… Tenemos que ser fuertes. –Le digo a Thomas limpiándole las lágrimas de la cara. Creo que es la primera vez que le veo llorar.
Recojo como puedo de todos los rincones de mi cuerpo una pizca de orgullo y fuerza para enfrentarme a lo que hay tras la puerta. Me siento como un preso en el corredor de la muerte. Dejo de pensar en lo malo que pueda pasar y abro la puerta.
-Hola…
-¡Hijo! –Me grita mi madre viniendo hacia mí y abrazándome.
-Mamá, si me dejas respirar te lo agradecería.
-Si, si, lo siento… Hijo, hemos venido para que vuelvas a casa, para que vuelvas con nosotros.
-Mamá… No voy a volver, al menos por ahora y ni de coña vuelvo estando el gilipollas de tu otro hijo ahí.
-Me ha contado lo que ha pasado esta mañana, le ha costado decírmelo pero más le hubiese costado ocultarlo… Le has saltado los puntos. –En ese momento llega del trabajo Susanne y entra al salón.
-Vaya, hola, ustedes deben ser los padres de Diego, yo soy Susanne, la madre de Thomas. –Dice ella muy educadamente.
-Si, encantada, soy Nora y él es Carlos.
Os ahorraré la discusión e iré al grano.
-¡Mamá he dicho que no quiero irme, que es con él con quien quiero estar no contigo joder!
-Pero si puedes estar con él todo el tiempo que quieras, en clase y por las tardes.
-Déjalo Nora, este se viene con nosotros hoy por mis santos cojones. –Salta mi padre y me agarra fuertemente del brazo izquierdo, por la parte de la axila y no puedo hacer nada, me arrastra por el suelo y yo grito, grito todo lo que puedo y más pero él me encierra en el coche. Lo arranca y mi madre sube, Tom está en la puerta llorando. Han cerrado las puertas del coche y no puedo bajar la ventanilla porque la han bloqueado desde adelante. No me queda otra, comienzo a pegarle cabezazos como si me fuese la vida en ello al cristal y en verdad, me iba la vida en ello, mi vida estaba siguiendo el coche y lloraba. Era lo mínimo que podía hacer. Mi padre para el coche, se gira hacia mí y me suelta un bofetón que me marea unos segundos. Me quedo sin palabras, mi padre nunca me había pegado, nunca en la vida me había levantado la mano ni una sola vez.
Llegamos a casa, consigo abrir la puerta del coche y salgo corriendo hacia la carretera. Mi padre corre detrás y se abalanza sobre mí, con sus dos brazos haciendo una tenaza sobre los míos me consigue llevar a casa a pesar de mis patadas e intentos de morderle. Que cómo hizo para llevarme, os explicaré un poco cómo es mi padre: mide cerca de dos metros, va al gimnasio cuatro días por semana y creo que esnifa levadura o algo así porque es como un armario.
Me encierro en mi habitación e intento salir por la ventana solo que ahora hay un pequeño problema: han puesto rejas. Hijos de puta… Venían a hablar, a convencerme para que volviese a casa… ¡Y una mierda! Dios no puede ser, no puede ser, no le voy a volver a ver y encima mañana no hay clase. Me siento en el hueco que hay entre el armario y mi cama, con la cabeza agachada, mis brazos descansan sobre mis rodillas y lloro.
A la mañana siguiente bajo a desayunar con los ojos hinchados, no hay nadie esperándome en la mesa de la cocina, ni hay nadie en el salón, supongo que estarán durmiendo o se habrán suicidado a mí ellos ya me dan igual. Antes de servirme el desayuno me acerco a la puerta de la calle, está cerrada. Desisto, no voy a salir nunca de aquí, me digo a mí mismo sirviéndome un tazón de cereales con leche.
Mi hermano pequeño baja y se sienta a mi lado.
-Anoche te escuché llorar, ¿estás bien?
-¿Y eso a ti qué te importa Edu?
-Solo pretendo ayudarte, sabes que me puedes contar las cosas, ya soy lo suficientemente mayor como para intentar ayudarte si te pasa algo.
-¿Ah si, eso crees? Está bien: soy gay, tus fantásticos padres me han separado de la persona que mas amo en este mundo y probablemente no la pueda ver en días porque me han encerrado aquí, nadie en esta casa me entiende, le he partido la boca a mi hermano mayor y probablemente le mate algún día de estos, no antes de que todo el instituto se ría de mí, me ridiculice y me peguen palizas diarias por estar con Thomas. –Le observo mirándole fijamente a los ojos.
-Sé que eres gay, mi amiga Bree me lo contó el otro día, también sé que estas con su hermano. David es un gilipollas y eso lo sabes tú, yo y probablemente papá y mamá también lo sepan. Si te van a pegar en el instituto échale un par de huevos y se un hombre, enfréntate a ello y defiende lo que eres, defiende a quien amas… Y con respecto a quedarte aquí tengo una llave que le quité a papá que abre la puerta del garaje, si estás aquí por las mañanas y antes de acostarte nadie se dará cuenta de tu ausencia. –Al escuchar esto se me cae la cuchara al tazón y me salpican unas gotas en el ojo, tengo la boca abierta en estos momentos. Y yo que pensaba que era tonto…
-Te he subestimado… No pensaba que fueses así ni por asomo… ¿Me cubrirás?
-Si me ayudas con Bree…
-Edu, es tu cuñada y de todas formas, eres lo suficientemente guapo como para conseguirla tú solo.
-Es que ella no es como las demás, no se si me entiendes…
-Te entiendo. Está bien, te ayudaré.
Cerrado este pacto comienza una gran relación entre mi hermano pequeño y yo, no sabía que fuese así. Nota mental 3: comprarle un regalo a Edu.
Son las 23.00 y la gente en mi casa ya está durmiendo, aprovecho la llave que Edu me ha dado y salgo por el garaje. Llego lo más rápido que puedo a casa de Thomas y le toco la ventana. No me abre nadie. Vuelvo a tocar y no abre nadie, quizás esté dormido… Doy una vuelta a la casa buscando la habitación de Bree, doy con ella y toco en la ventana, ella abre la ventana con cara de sueño. Vaya, mi hermano tiene buen gusto, Bree es guapa hasta recién despertada… Como su hermano.
-Bree, necesito tu ayuda, ¿me dejas entrar?
-Si, claro. Espera, te abro la puerta. –La abre y me encuentro con ella.
-¿Está tu hermano durmiendo?
-No, creo que está en el salón comiendo helado, desde que te no estás en casa está muy triste… ¿Qué pasó?
-Es una larga historia… Mejor que te la cuente Edu, creo que él sabe lo que ocurrió.
-¿Edu? ¿Cómo sabes que conozco a tu hermano? ¿Es que te ha hablado de mí? –Noto en su voz un cierto tono de ansiedad por saber si eso es cierto.
-Ya hablaremos de eso Bree, ahora tengo que ver a tu hermano.
Me acerco y ahí está, lleva puestos unos slips míos, limpios, por supuesto y mi camiseta gris y azul a rayas. Sujeta una tarrina de helado de nata y tiene los ojos rojos de haberse restregado las manos por ellos probablemente al haber secado sus lágrimas. La lámpara de árbol aún sigue ahí iluminando el salón.
-Como sigas comiendo helado así te vas a estropear esos abdominales que tanto me gustan.
-¡Diego! –Grita él tirando el helado y corriendo hacia mí.
-Shhh, no despiertes a tus padres.
-Dios como te he echado de menos, ¿cómo no se nos ocurrió antes darnos el número de teléfono? Somos idiotas, ¿eh?
-Hablemos de eso más tarde, ahora me importa más otra cosa. –Nos  besamos y nos vamos a su habitación. Llegamos a la cama donde sigue desatándose nuestra pasión.
-¿Crees que deberíamos hacerlo ya? –Me pregunta Tom quitándose la camiseta.
-No, aún no y menos con tus padres y tu hermana en tu casa… Aunque ganas no me faltan…
-Tienes razón… Tiene que ser algo especial, ¿vendrás mañana por la noche?
-Si puedo… Lo intentaré, ¿vale?
-Vale. –Me dice él, besa mis labios y se mete dentro de la cama. Me quito la ropa quedándome en slips y me meto en la cama con él.
-Que sepas que te quedan mejor esos slips a ti que a mí.
-No creo… Pero de todas formas si algún día los quieres recuperar tendrás que quitármelos tú, ¿de acuerdo?
-Trato hecho.
Me reconforta dormir con él, sentir su respiración y que me abrace inconscientemente, que ponga su mano junto a la mía… Me despierto antes que él y dedico un par de mis minutos de vida a observarle dormir. Tiene una cara de felicidad despreocupada, está mucho más guapo cuando duerme, parece un ángel. En realidad es un ángel. Me acerco con el máximo cuidado posible y le beso. Me levanto y me pongo la camiseta que tiró anoche, de haberla llevado él puesta lleva consigo su olor sin duda algo que me vendrá genial para pasar la noche si no consigo escaparme.
-¿Te vas? –Me dice medio dormido.
-Tengo que llegar a casa para no encontrarme a nadie despierto y que no sepan que he salido…
-Está bien, te quiero.
-Y yo a ti mi amor, y yo a ti. –Le beso otra vez y el ni se mueve, se había dormido otra vez… Es para comérselo.
De camino a la salida de la casa me topo con el padre de Thomas, Eric.
-Buenos días Eric, que te vaya bien hoy en el trabajo. –Le digo feliz.
-¿Eh? Si, si, si…
Vaya por dios, otro medio durmiendo y es normal, son las 05.00 de la madrugada…
Llego a casa y nadie me oye, me tumbo en la cama y duermo tranquilamente pensando en qué me deparará el futuro mañana. 

sábado, 28 de abril de 2012


Capítulo 9

Esa noche sus padres no podían venir a cenar y estábamos solos, Bree llamó hace cosa de una hora diciendo que se quedaba a dormir en casa de una amiga. Creo que la hemos traumatizado seriamente, ya ni quiere volver a su casa. Mejor para mí.
-Quiero que te quedes en la habitación y no salgas hasta que yo te avise, ¿vale? –Le digo a Thomas.
-¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
-Es una sorpresa, confía en mí.
Salgo por su casa y voy directo a la cocina a ver con qué material puedo trabajar esta noche. Abro la nevera y esta llena de comida, saco unos trozos de carne y del armario de arriba cojo un sobre de salsa a la pimienta. Cocino la carne en un punto en el que no esta ni muy hecha y muy cruda y le vierto la salsa que había hecho unos minutos antes por encima para que se siga cocinando en la sartén. Voy al salón y quito las cosas que hay encima de la mesa, pongo un mantel, dos copas y unos cubiertos. Velas, ¿dónde hay velas? Las busco por la casa pero no veo ninguna. Echo en un par de platos la comida y corro a su habitación a llamarle.
-Ya puedes venir. –Digo sonriente.
-¿Ya? De acuerdo…
Andamos juntos hacia el salón y me quedo apoyado en el umbral de la puerta viendo la cara de Thomas.
-¿Y esa luz?
-Es que no se dónde tenéis las velas así que he puesto la linterna del móvil… Pero sigue siendo romántico, ¿no?
-Por supuesto que si, vaya… No me lo esperaba. –Dice Tom y se marcha. Al rato vuelve con un paquete de velas.
-¿Dónde estaban?
-En el cajón de la entrada. –Dice poniéndolas contra mi pecho y besándome.
-Vamos a cenar ya que si no se enfría la comida.
Encendemos las velas y nos sentamos a cenar el uno al lado del otro.
-Vaya, está buenísimo, además de guapo sabes cocinar.
-Si vamos, precioso… No sé tú, pero yo con las velas no veo una mierda…
-Yo tampoco veo mucho, pero me daba cosa decir algo por joder el momento romántico. –Ambos nos echamos a reír. Tom trae la lámpara de árbol de su habitación y terminamos de cenar a la luz del árbol.
-Hay que fregar los platos y eso, ¿me ayudas?
-Déjame a mí, tú ya has hecho la cena.
-Vale, te espero en tu habitación. –Le digo y cuando se gira para ir a fregar los platos le toco el culo y salgo corriendo. Él se ríe.
Vamos a ver, tengo la habitación para mí solo aproximadamente diez minutos… Ya sé, voy a prepararle algo. Cojo todos los peluches de su cuarto y los pongo sobre la cama. Me quito la ropa y me quedo en slips dejando el resto de la ropa fuera para que él la vea antes de entrar apago la luz y me rodeo entero de peluches lo mejor que puedo, colocando uno de los peluches de corazón justo en mi cara. Tarda mucho en venir y yo me relajo tanto que me quedo dormido apenas en unos minutos. Thomas me despierta, lleva mi ropa en las manos.
-Me encanta la sorpresa, de veras, pero tienes que vestirte, tus padres están aquí. 

Capítulo 8

Sus padres no están en casa, ambos trabajan hoy hasta tarde. Le tumbamos en la cama y le pido a Bree que traiga unas gasas y alcohol para limpiarle la sangre reseca y esta va a buscarlas. Enserio, creo que no es humana, flipo con ella… Hace caso a todo.
-¿Estás bien cielo? ¿Por qué te ha pegado el imbécil de David?
-Me preguntó que qué hacía contigo y me exigió saber dónde estabas durmiendo, con quién y esas cosas y yo le contesté que eso a él no le importaba. Que tú estabas con tu verdadera familia ahora. Entonces me agarró del cuello y me pegó un cabezazo en la nariz y luego viniste tú…
-Lo siento… Es todo culpa mía… Voy a partirle los dedos uno a uno a ese cabrón por haberte pegado.
-No vas a hacer nada. Te vas a quedar aquí conmigo. Prométemelo.
-Prometido. –Digo yo resignado ante la idea de no tener mi venganza.
-Sabes, te he echado de menos en clase…
-Y yo a ti… Es más, te he traído un regalo y todo.
-El único regalo que quiero yo ahora es un beso de tus labios, así que, ven aquí señorito Ros. –Me dice y me señala moviendo el dedo para que vaya hacia él.
-Tom, está tu hermana…
-Por mí no os preocupéis, no me asustan estas cosas, además, hacéis una pareja adorable. –Dice Bree con las gasas y el alcohol en las manos.
-¿Ves? Te dije que no era tonta. –Me dice riéndose Tom.
-Os dejo solos tortolitos. –Nos comunica Bree saliendo del cuarto.
Le limpio la sangre de la nariz y la boca, le había llegado hasta el cuello y se ha manchado la camiseta.
-Dios, tu camiseta está llena de sangre, quítatela y la lavo.
-Si, ya, lavarla… Tú lo que quieres es verme sin camiseta.
-Eso también. –Le digo riéndome. Me subo encima de él y le beso lentamente.
-Si quieres verme sin camiseta tendrás que ganártelo y por ese camino vas bastante bien.
-¿Ah si? –Pongo mi mano derecha sobre la almohada, justo al lado de su cabeza y me agacho un poco más, tenemos las narices pegadas y no nos besamos. Me agacho más aún y nuestros labios se juntan, le beso repetidas veces y me retiro hacia atrás haciendo que sea él quien venga buscando más y así es.
Tom está abrazado a mí, estoy sentado sobre él con las piernas enroscadas alrededor de su espalda. Es él quien me besa ahora y de una manera que nunca antes había visto y mucho menos sentido. Me quito la camiseta y el corazón me va a mil por hora, respiro fuertemente y Tom se quita la suya. Su pecho moreno me vuelve loco, arrastro mi dedo por su cuello hacia abajo. Sus abdominales están bien definidos y un fino hilo de pelo cae desde su ombligo hacia abajo.
Me tira contra la cama y me coge las manos entrelazando sus dedos en ellas sobre mi cabeza y comienza a besarme el cuello bajando poco a poco por cada parte de mi pecho. Llega al ombligo y me invade una sensación impactante de placer y emoción que no había sentido antes.
-Thomas, me voy a casa de… –Se escucha desde afuera, se abre la puerta y entra Bree interrumpiéndonos.
Rápidamente cojo el peluche del corazón y me consigo tapar un poco. Hay veces en las que se me olvida que la vergüenza es un sentimiento y no se puede tapar, ¡Joder!
-¡Bree vete por dios! –Grita Thomas.
-¡Uo uo uo uo! Dios, dios… –Dice Bree a la vez que sale de la habitación.
Yo me río, no puedo evitarlo, me estoy riendo muchísimo ahora mismo al ver la cara de preocupación de Tom en estos momentos.
-¡No te rías tonto! A ver si la hemos traumatizado o algo… –Dice él y en el momento en que lo dice comienza a reírse también. Cae sobre mi brazo extendido en la cama y nos miramos un buen rato.
-Ah, tu regalo. –Digo yo levantándome de la cama y cogiendo la bolsa. Se lo enseño y espero impaciente su reacción.
-¿Otro corazón? –Dice ilusionado.
-Si… Como el que tenías te lo llené de babas… ¡Nadie quiere un corazón de peluche lleno de babas!
-Yo sí, pero, ¿para qué un peluche? Ven aquí tú mismo y lléname a mí de babas. 
Capítulo 7


Pasan algunos días y me estoy quedando en su casa, no quiero saber nada de mis padres, hermanos y mucho menos de Marina. Subí anoche a casa, entre por la ventana de Edu, la mía estaba cerrada. Es asombroso lo fácil que sería robar en mi casa, entro y ni dios se entera que estoy ahí. Cogí un par de calzoncillos sexys, es decir, que no están sucios, un par de camisetas y unos vaqueros. Dejé el pijama, a Tom no le importa que duerma en calzoncillos y a mi tampoco, al contrario, me encanta dormir así y más con él. Abrí la puerta de la habitación de Edu y me estaba esperando sentado en la cama.
-¿Qué haces despierto a estas horas?
-Te he escuchado entrar… ¿Dónde has estado estos días Diego? Estamos preocupados por ti…
-Eso no es cosa tuya enano. A papá y mamá ni una palabra. Tú no me has visto aquí.
Ni Eric ni Susanne ponen pegas en que duerma en su casa, es más, creo que les he caído bien. Voy conociendo a Thomas cada día un poco más y eso me encanta.
-¿Vas a ir hoy al instituto Diego?
-¿Para qué? Tengo los libros en mi casa, para ir y no hacer nada prefiero estar dando vueltas por ahí…
-Puedes quedarte aquí si quieres, a mi no me importa y no creo que a los demás les importe tampoco, ahora eres de la familia.
-Da igual, te acompañaré hasta el instituto, no quiero que te pase nada… ¿Les has dicho que estamos juntos?
-No, aún no… Creo que Bree lo sabe, no es tonta... ¿Tú tienes pensado decir algo por ahora?
-¿Crees que puedo hacer eso? Mi familia no es como la tuya. En mi casa no se puede hablar de nada que no sea deporte o instituto. No sé ni cómo se lo tomarían. Sin embargo tus padres, seguro que lo entenderían y te apoyarían…
-Mejor no decir nada… Llego tarde a clase, ¿me acompañas no?
-Claro que sí.
Salimos a la calle, andamos unas manzanas y nos tropezamos con David, hago como si no le hubiese visto y sigo andando como si nada. Tiene el labio fatal, se lo merece.
-Mierda Tom… Nos han visto…
-¿Quién?
-Mi hermano mayor, era ese que ha pasado para allá. –Le digo señalando.
-No pasa nada amor, no sabe quién soy, por lo que no sabe dónde estás.
-Tienes razón… ¿Cómo has dicho, no pasa nada qué…? –Le digo agarrándole de la cintura.
-Amor. –Me dice y esta vez es el quien me besa, aunque estemos en medio de la calle, me da igual si alguien nos ve, si nos dicen algo. Solo quiero estar con él, perderme en sus labios, ahogarme en sus ojos…
No entra a primera hora de clase y nos escondemos por los callejones para, por así decirlo, nuestra hora sin cámaras.
-Ahora si, entra a clase… No quiero que tus padres piensen que soy una mala influencia y me echen de tu casa. –Digo entre risas.
-Vale… ¿Estarás esperándome en la puerta verdad?
-Por supuesto que sí.
Entra a clase y yo corro calles abajo buscando un regalo para sorprenderle, encuentro un peluche con forma de corazón, cómo el que yo le llené de babas. Tom dice que le gusta, porque así tiene algo mío cuando le falto, pero yo quiero que tenga algo que yo le haya regalado, para que tenga algo que nos pertenezca a los dos.
Subo de nuevo y espero un poco escondido en unas escaleras para que no me vean los profesores. Fumo unos cigarrillos y espero impaciente para darle su sorpresa. Suena la campana y se apiña un gran cúmulo de gente a la salida, entre ellos está David. Se está peleando con alguien. Me acerco para ver quién es y aprovechar, a ver si le puedo seguir pegando un poco más sin que nos separen nuestros padres. Estoy a unos metros y le veo, le sujeta por el cuello y corro sin pensarlo dos veces.
-¡Hijo de puta déjale en paz! –Grito y me da un vuelco el corazón. Rabia, ira y me cuesta respirar. No puedo esperar para partirle la cara. Me abalanzo sobre él, placándole y cae al suelo Tom.
Estoy encima de David, golpeándole sin parar, él no puede defenderse y yo no paro de pegarle. Derramo unas lágrimas por no haber llegado antes y sigo golpeándole hasta que nos separan.
-¿Por qué es tan importante para ti que pegas a tu hermano y no a él?
-¡Es mi novio gilipollas, es mi novio! –La gente alrededor se calla y yo me acerco a ver cómo está Tom. Le sangra la nariz, intento detener el sangrado y lo apoyo sobre mí, bajamos unas cuantas calles y vemos a Bree con sus amigas. Me ayuda a llevarle a casa y esta vez me toca curarle yo y no él a mí. 

viernes, 27 de abril de 2012


Capítulo 6

Así que esto es lo que llaman felicidad, visto lo visto, después de la tormenta siempre llega la calma. Ahora entiendo esa frase.
Estamos tumbados en la cama, mirándonos a los ojos y con las manos cogidas. Me acerco a Tom y le beso la frente, me levanto y él se incorpora.
-Debería acercarme por mi casa, estarán preocupados, no llevo el móvil.
-¿Volverás esta noche?
-Esta noche y todas, de aquí en adelante, el resto de tu vida.
-¿Y qué hay de la tuya?
-Hombre… Yo no me pienso morir en la toda vida, eso tenlo claro. –Le digo a la vez que le guiño un ojo, no le doy tiempo a reírse, me abalanzo sobre él y le beso.
-Pero que tonto eres. –Me dice al oído. Puedo sentir su cálido aliento sobre mi cuello.
-Ahora sí, por más que me joda he de irme, además, mi casa queda un poco lejos. Nos vemos esta noche.
Salgo y la puerta queda a mis espaldas. Me sorprende lo rápido que esta ocurriendo todo, hace unos pocos días no me hubiese imaginado estar así de enchochado con alguien y menos con un hombre. ¿Pero y si algo sale mal? ¿No estoy yendo demasiado deprisa? Siempre me pasa lo mismo, me hago ilusiones y luego fallo no quiero que me pase lo mismo con él. Quién sabe, la cosa podría ser diferente. Por una vez estoy emocionado con algo y no quiero joderla.
Llego a casa y nadie se da cuenta de mi llegada, abro la puerta de mi habitación y me tumbo a pensar en mi cama, hasta que mi madre entra.
-A ti te buscaba yo. Con que de escapada nocturna eh… ¡Tienes los ojos rojos, TIENES LAS PUPÍLAS DILATADAS! ¿¡QUÉ TE HAS METIDO YA EH?!
-No, ¿qué te has metido tú, qué estas hablando ya loca? –Se acerca a mí y me inspecciona de cerca.
-Ah… Que no lo veía bien de lejos hijo, que no se donde están mis gafas.
-Estás definitivamente senil, vieja…
-Deja de llamarme vieja, ¡que yo estoy buenísima!
-Mamá, dios, sal de aquí.
-Si, si, ya me voy. Yo venía a decirte algo… Ah si, una chica ha venido y ha preguntado por ti hace cosa de dos, tres horas, está con David en su cuarto.
No es ella, no es ella, me digo a mí mismo, ando hacia la habitación, abro la puerta y allí están, ambos, sentados mirando la pantalla del ordenador. “¡Maldito Soldado Fresh, hoy más que nunca no te puedes permitir ninguna lesión! ¡Descanse Soldado, es una orden!”. Ambos se ríen y yo muero cada vez un poquito más por dentro.
-Buen bastón de mando, Capitán Diego. –Dice Marina mirándome a los ojos con una asombrosa cara inexpresiva. ¿A qué ha venido, qué quiere ahora?
No le contesto y corro hacia mi hermano gritándole hijo de puta, mal nacido y una serie de cosas peores que serían censuradas hasta en un canal porno. Le pego, le pego con todas mis fuerzas, con todo mi odio y él me las devuelve. Nuestro padre viene a separarnos cuando oye el escándalo, llega tarde, yo tengo la ceja sangrando y él el labio partido. Me encierro en mi habitación por no partirle la cara a mi padre también, tocan la puerta varias veces y yo les mando a la mierda. Me dicen que salga, que vamos al hospital a ver si lo que tengo en la ceja es grave y me dicen que mi hermano no deja de sangrar. Que le jodan. Por mí que se muera.
Salto la ventana y caigo de espaldas, el golpe me deja sin oxígeno unos segundos y tardo en levantarme del suelo, lo que me faltaba… Me recupero y pongo rumbo al único sitio donde quiero estar ahora.
Llego a su puerta y toco el timbre, me abre una chica.
-Lo siento, no damos limosna. –Cierra la puerta y mi cara en este momento es indescriptible, ¿tan mal estoy?
-¡Serás gilipollas, abre la puta puerta joder! –Me da igual quién coño fuese, me ha puesto de mala hostia.
-¿Qué pasa, quién es? –Oigo detrás de la puerta, reconozco esa voz, es Thomas.
-Y yo que se, un puto colgado pidiendo ayuda, ¿saco la escopeta de papá?
-No, ¿estás de coña? Papá no tiene ninguna escopeta…
-Ya lo se idiota, era para ver si el de afuera lo escuchaba y se largaba.
-Vete a tu cuarto anda… -Dice él y mira por la mirilla de la puerta. Abre esta a toda velocidad al verme y yo no veo nada tras esto. Manda huevos que haya durado desde mi casa hasta aquí sin desmayarme y lo haga ahora. Esto es de película.
Me despierta un escozor. Veo su cara de preocupación e intento incorporarme, me cuesta, me duele todo como si me hubiesen pegado una paliza y así era, la verdad…
-No intentes levantarte, te sentirás peor, ¿qué cojones te ha pasado?
-Me he peleado con mi hermano, Marina estaba allí, ambos se estaban riendo de mí.
-Te han apañado la cara… –Dice la chica de antes que está detrás de Tom. El pelo le cae hacia abajo y lo lleva recogido de un lado, es rubia y tiene la cara redonda, los mismos ojos que su hermano.
-Perdón por lo de antes, por si te asusté y eso…
-Que va hombre, tampoco eres tan feo.
-Esto… ¿Gracias? –Digo riéndome un poco.
-Bueno, dejemos las presentaciones para después, Bree vete a tu cuarto y déjanos solos. –Ella obedece y sale de la habitación. Es imposible que sea su hermana… Le ha obedecido, ¡y a la primera!
-Ella es muy guapa… ¿Es tu hermana? No sabía que tuvieses hermanos…
-Si, se llama Bree, es mi hermana menor, tiene 15 años. ¿Qué hacía Marina en tu casa Diego…?
-No lo sé, no la dejé hablar conmigo. ¿Por qué, estás acaso celoso?
-No tengo motivos para estarlo, sin contar que intentaste tirártela claro.
-Eso es agua pasada Thomas.
-Será mejor dejarlo pasar, si… –Coge una gasa, la empapa en alcohol y me termina de limpiar la cara.
-Acércate, hace tiempo que no me besas.
-Tampoco hace tanto desde esta mañana… –Se acerca a mí para besarme y le muerdo el labio inferior, se vuelve a reír. Me encanta su risa y su acento y sus ojos… Y su forma de besar y su pelo y sus caricias… Y me encanta él.

Capítulo 5

Corro. Corro hacia donde nadie pueda verme. Mi cuerpo no se cansa y yo sigo corriendo. Un par de lágrimas resbalan por mis mejillas y no sé por qué, apenas la conocía, pero como aquél que dice que de ilusiones se vive… Se muere también. Me siento en la acera y rompo a llorar esta vez más fuerte. Siempre me pasa lo mismo, sea quien sea, me emociono pensando en el futuro cuando ni siquiera aún tenemos presente. Cuando me he calmado un poco, me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa y de lo solo que estoy, así que, decido ir a ver si Tom está despierto y quiere hablar conmigo. Su casa está a unas pocas calles de donde yo estoy, si mal no recuerdo y mi sentido de la orientación no me falla.
La noche es clara, se puede ver con facilidad, es decir, hay farolas y eso… La luna resplandece blanca sobre el cielo, como si alguien la hubiese colocado allí.
Llego a su casa y toco la puerta, ya he tenido bastante esta noche como para intentar colarme por su ventana también. No, gracias. Es muy tarde, no habrá nadie, me digo a mi mismo y veo una luz encenderse.
-¿Qué haces aquí? –Dice Thomas, menos mal que ha abierto él la puerta, si la llega a abrir su madre o su padre, ¿qué les digo? Supongo que les diría algo como “Hola señora, ¿está usted interesada en la obra de nuestro señor Jesús?” Soy así de idiota y no se me suelen ocurrir cosas mejores.
-¿Podemos hablar?
-Si, bueno… No, no sé, es tarde Diego.
-Es importante…
-De acuerdo… Pasa. –Me dice guiándome hacia la derecha.
Me tiro sobre su cama boca abajo, ni siquiera me preocupo por mirar a mí alrededor, caigo sobre la cama y rompo a llorar. Él no dice nada, se tumba a mi lado y me acaricia el pelo. Esto me reconforta, me giro y apoyo la cabeza en su pecho, él me acaricia ahora la cara, jadeo un poco aún por mis llantos y me duermo.
Un hilo de luz se cuela por la ventana y me obliga a abrir los ojos, estoy solo en la cama, abrazado a un peluche con forma de corazón. Es rojo y muy cómodo y también está lleno de babas, tendré que comprarle uno. Me incorporo un poco y miro a mi alrededor, hay un escritorio con un monitor de ordenador y un puñado de papeles, una mesita de noche con una foto de Thomas, sale muy guapo, la verdad. Una estantería de madera con peluches y perfumes, un sillón, un televisor y una pequeña lámpara con forma de árbol.
Tom abre la puerta, viene con una bandeja y la pone sobre mi regazo.
-¿Un donut de chocolate? –Después de gastar mis energías en llorar, comer es lo que necesito.
-¿Qué, tu nunca has soñado que te lleven el desayuno a la cama? –Dice guiñándome un ojo.
-¡Que tonto eres! Escucha… Siento lo de anoche, siento haberte molestado y…
-Lo único que me molestó de anoche fue que roncas, y mucho. –Dice él interrumpiéndome.
-¿De veras? Vaya, perdona…
-No te disculpes, es algo que me encanta. Te he dicho que me molestó para ver lo que decías.
-Se estaba follando a su primo…
-¿Qué? Ah… No tienes por qué explicarme lo que pasó anoche, si te vas a sentir peor no me lo cuentes, aunque si eso implica que duermas conmigo otra vez cuéntamelo mil veces.
-Creo que soy gay… Es decir, creo que te quiero.
-No, no me quieres a mí, quieres querer a alguien, que es algo completamente diferente…
-No. Ahora lo entiendo, entiendo por qué todas las noches antes de dormirme veía tus ojos y no los de Marina, por qué soñaba contigo y no con ella.
-¿Es eso cierto?
-Si... Pero si no es lo que sientes tú me iré a casa.
-No te vayas a casa, y menos con la boca llena de chocolate. –Dicho esto se acerca y con su pulgar limpia suave y cuidadosamente mi boca.
Estamos tan cerca, a unos centímetros, puedo sentir su respiración y estoy casi seguro de que él puede escuchar mi corazón a esa distancia.
-Bésame.
Nuestros labios se juntan húmedos y le miro a los ojos, esos ojos grises cristalinos. Puedo notar como sus labios se curvan. Está sonriendo. 

jueves, 26 de abril de 2012


Capitulo 4

-Tom, tío, ¿qué debería hacer?
-Está claro Diego ve y tíratela.
-Pero… El caso es que… Yo no… Pues eso joder, que no lo he hecho nunca.
-Si claro, seguro. –Me mira con cara de incredulidad.
-Enserio joder, ¿acaso tú si?
-Depende a lo que te refieras, ¿con un tío o con una tía?
-Thomas, ¿me estás hablando enserio? ¿Lo has hecho? ¿Cómo que si con un tío o una tía? ¿Acaso eres gay? –Estaba completamente flipando.
-Si, lo he hecho, y digamos que… No sé, me gusta probar cosas nuevas. Y no se si soy gay, como tú dices, no me gusta clasificar a la gente. ¿Supone esto algún problema para ti?
-Eh, pues no… No sé, esto me ha pillado por sorpresa. –Apenas nos conocemos unos días y tengo más confianza con él que con mis hermanos.
-No voy a violarte si es eso lo que te preocupa.
-Sabes que soy irresistible chaval, no podrás resistirte a intentarlo. –Le suelto, esta vez, sorprendiéndole yo a él y haciendo que se relaje un poco la tensión que estaba causando esta conversación.
Se ríe y dejamos un poco de lado la conversación para jugar al billar.
-Bueno… ¿Y cómo fue? –Le pregunto
-¿El sexo con una chica? No sé, es raro…
-¿Raro? ¿Podrías ser más explícito?
-Prefiero no hablar del tema Diego, no estoy muy cómodo.
-De acuerdo… ¿Algún consejo?
-No lo hagas.
-¿Qué? Hace unos minutos me has dicho que me la tirase, ¿y ese cambio?
-Te crees que es muy fácil, ¿y si no se te levanta? ¿Y si te corres antes de que acabe ella? ¿Y si sangra y le vomitas encima? Creo que te falta madurez para enfrentarte a eso. –Dijo enfadado y salió del bar.
Me quedé solo, pensando en todo lo que había dicho. Será hijo de puta, ha conseguido que tenga dudas y me plantee seriamente esto.
Me voy a casa, no intento seguirle porque para cuando he salido del bar ya le había perdido la pista, no había nadie en la calle.
Preparo la cena para mi familia y les digo que no me encuentro muy bien y que voy a dormir ya. Entro a la habitación de mi hermano David.
Su habitación es… Cómo decirlo… ¿Una leonera? Es como todo un zoológico, es más, creo que debajo de su cama hay un ecosistema amazónico. Escarbo en sus cajones y encuentro una caja de preservativos, arranco uno de la tira y lo guardo en mi bolsillo. Me doy cuenta de que aún no me he duchado y son las 22.53, todavía no se dónde vive ni si está muy lejos de casa y se me hará tarde. Me desnudo y entro a ducharme concienzudamente. ¿Por qué se ha puesto así Thomas…? No hago más que pensar en qué le habrá molestado y qué puedo hacer para hablar con él.
Abro la nota y leo para mi mismo, Avenida Europa nº 5, dejo la ventana abierta y si me da frío ya estarás tú para calentarme. ¡¿Pero qué coño?! Dios, me he dado en el lavabo con mi amigo el Soldado Fresh. Si alguien no lo ha entendido, reitero que estoy desnudo.
-¡Maldito Soldado Fresh, hoy más que nunca no te puedes permitir ninguna lesión! –Me grito. ¡Descanse Soldado, es una orden! –Lo acaricio y lo escondo en unos slips de marca que me regaló mi abuela por mi cumpleaños.
Miro a mi derecha y en el umbral de la puerta veo a David riéndose y grabándome con su móvil.
-¿Qué pasa hoy Capitán Diego? –Dice éste mofándose.
-¡Hijo de puta, ven aquí cabrón! –Digo persiguiéndole por los pasillos hasta su habitación. Ha cerrado la puerta.
-¡Jajajaja! No sabes cómo voy a disfrutar puteándote enano. ¿Qué crees, que no se que escupiste en mi comida? No sabes lo que te espera.
Pierdo el tiempo intentando convencerle de que me deje entrar, que no le va a pasar nada, que solo quiero hablar. Y una mierda, voy a matar a ese mal nacido. No puedo perder más tiempo, ya son las 00.14… ¡Las 00.14! ¡Mierda llego tarde, muy tarde! Salgo corriendo a la calle, mis vecinas están tomando el aire sentadas en sus mecedoras y yo corro calle abajo. Me detengo cuando una de ellas me grita:
-¡No vas a pasar calor hermoso!
¡MIEEEEEEEERDA! ¡No me he vestido! Corro de nuevo hacia casa con la cabeza baja evitando mirarles a la cara por la vergüenza. Me visto, 00.20, corro de nuevo hacia abajo y a las 00.27 he llegado a su casa. La luz sigue encendida, aparto las cortinas y de un salto entro a su cuarto. Hay una luz anaranjada que inunda la habitación, un puff lila oscuro en una esquina, el televisor apagado, estrellas de colores en el techo, una alfombra de pelo blanco, una cama, unas sabanas grises que se mueven al son del amor y un imbécil deseando haberse equivocado de habitación. Un chico sale a tomar aire, debajo está Marina, tiene los ojos cerrados. Los entreabre y me ve.
-¡Joder, joder! ¡Quita! –Le dice al chico tirándole de la cama.
El labio me tiembla un poco y tengo algo en mi garganta, probablemente mi orgullo, esperando a ser vomitado.
-Ni te intentes disculpar, es lo más propio de gente como tú. A mi apenas me conoces y me has invitado a venir, así que esto no me pilla por sorpresa. –Mentira, no puedo fliparlo más en tan poco tiempo. 
-Lo siento, yo…
-¿Quién es él?
-Mi primo, se quedaba a pasar unos días y tú no venías y él se ofreció a consolarme… –Dice haciéndose la inocente.
-Zorra.


Capítulo 3

Me levanto una hora antes para joder un poco a mis hermanos, desayuno y escondo leche, cereales y pan en mi habitación, todavía me da tiempo para acostarme un poco antes de que suene mi despertador y hacerme el enfadado porque mis hermanos no me han dejado nada para desayunar. Soy un cabrón, si, y me encanta.
Hoy me he duchado temprano, me he afeitado y me he apañado un poco el pelo, digamos que me he arreglado para ir a clase.
Me siento solo en la primera hora de clase, Thomas llega tarde y se sienta a mi lado. Hablamos un poco y descubro cosas sobre el, es de los Estados Unidos y lleva dos años en España. Para llevar dos años habla muy bien el español. Me explica que ya lo estudiaba en Nashville y que desde que vino no ha parado de hablar español, incluso en casa.
-¿Y qué hay de ti Ros? –Maldita sea, me ha llamado por mi apellido, aunque de sus labios parece bien, incluso me gusta.
-De mi… No hay mucho que decir, no se me da bien hacer nada ni me esfuerzo en hacer algo.
-Que pesimista eres chaval. –En eso tenía razón, no soy muy entusiasta.
-¿Pesimista? Tal vez… Quizá necesite a alguien que cambie mi manera de ver las cosas.
La conversación quedó ahí, la vieja nos llamó la atención, digo, la profesora nos llamó la atención y nos separó. Le escribí una nota, ya que solo teníamos una clase en común y estaba acabando. “A las 16.00 en La Puerta Secreta, sabes dónde está, ¿no?” La Puerta Secreta es un bar que suelo frecuentar, ponen buena música, suele estar casi vacío, por lo que se puede mantener una conversación. Recibió la nota y asintió.
El resto de clases fueron como las demás, aburridas, desesperantes, deprimentes… Hasta que llegó la penúltima hora, prácticas de biología con Marina.
-¡Roooos! ¿Compañeros de pupitre este curso, no estás emocionado de tenerme al lado? Yo lo estaría. –Dice ella guiñándome un ojo.
-Como no voy a estarlo el problema es que no me voy a poder concentrar mucho en clase…
-¿Por?
-Estaré pensando en todos los lugares donde me gustaría hacerlo contigo y esta mesa parece cómoda, ¿arriba o abajo? –Joooodeer, ¿de verdad he dicho yo eso?
-Descúbrelo tú. Esta noche. A las 23.45 en mi casa.
-No sé donde vives... –Dicho esto saca un papel escribe algo y lo introduce en mi bolsillo delantero, mantiene la mano unos segundos y da unas vueltas con los dedos, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.
-Me da que esta noche nos lo vamos a pasar bien. –Dice mordiéndose un labio.
Dios, tenía que contarle esto a Tom enseguida. La hora siguiente se me hizo insoportable pensando en lo que ocurriría esta noche y en lo que había pasado en la clase anterior.

Capítulo 2

Menuda mierda de día, nunca mejor dicho. Salgo al patio a despejarme un poco, me siento en unas escaleras y alguien me toca por la espalda y se sienta junto a mí.
-Vaya espectáculo has dado, no me has dado tiempo a escuchar tu presentación, ¿te llamas...?
-Diego Ros. ¿Tú?
-Marina Gómez. ¿Qué te ha pasado antes?
Marrones y verdes, son marrones y verdes, grandes preciosos, me pierdo en ellos y tardo en responder.
-Claustrofobia. –Digo rápidamente, lo primero que se me viene a la cabeza.
-¿En serio? Apenas había mucha gente en la sala y era muy grande…
-No se me ha ocurrido nada mejor… La realidad fue peor, mejor no hablar del tema. ¿Has visto mi mochila?
-Creo que la cogió ese chico extranjero… ¿Thomas? Creo que se llamaba así.
-No se quién es… No importa, no llevaba gran cosa dentro.
-Bueno, he de irme, un placer conocerte guapo. –Dice alejándose habiéndome sonreído antes.
¿Guapo? ¿En serio? Debo haber entendido mal… Voy a buscar mi mochila. Ando unos pasos y antes de comenzar a buscarla ya me había encontrado ella.
-¡Eh, mi mochila!
-Si te la he traído, pensé que la necesitarías. –Dice el chico sonriendo, ahora que le veo de cerca me doy cuenta de que era él el que se estaba presentando cuando he salido corriendo.
-Vaya… Gracias tío, soy Diego, siento mucho lo de antes es que no me encontraba muy bien. Siento haberte interrumpido y eso…
-No te disculpes, estaba cortadísimo y la gente ha dejado de hablar de mí y mi acento cuando te han visto correr, que mal lo he pasado, no es lo mío esto de hablar delante de gente. –La verdad es que sí, acento tenía, me gusta su acento. Puede que este chico me caiga bien en un futuro.- Yo soy Thomas.
-He de irme, encantado Tom, ¿puedo llamarte Tom? Te debo una.
No le dejé responder, me fui. ¿Impertinente por mi parte? Puede.
Llego a casa y me preguntan qué tal el día, no les contesto, les digo que no voy a comer y subo a mi cuarto. Me tumbo en la cama y recuerdo los ojos de Marina. ¿Me ha dicho guapo, o era sarcasmo? Esos ojos marrones me calman y me exaltan a la vez, un verde claro rodea su pupila mientras que el color marrón claro lo abraza. Aparecen en mi mente unos ojos grises, los de Tom, profundos y expresivos. Me duermo pensando en ellos y me despierto al rato.
Bajo a cenar algo, he de poner la mesa. Mi familia está esperando en la mesa y yo llevo los platos, faltan los dos de mis hermanos. Antes de llevarlos les escupo, se lo merecen por lo que me ha pasado hoy. Edu, el menor, se lo come gustoso y felicita a mi madre por la comida. Mi hermano mayor, David, no come casi y se retira pronto. Tiene 19 años, es más bajo que yo, tiene el pelo rizado y los ojos negros. Edu tiene 14 y es tonto. No es culpa suya, es decir, no le culpo, pero el pobre es tonto. Por eso es lo contrario a mi, el es guapísimo, muy alto y tiene los ojos verdes.
Me tumbo en la cama e intento dormir un poco mirando al techo. Repaso lo hecho en el día, Tom, su acento, sus ojos, Marina sonriendo. Me duermo. 

Y después de todo, de todos mis sueños seguías siendo sólo tú.
Afuera llueve y una gotera moja mi almohada vieja. Vale, es mentira, no llueve, hace un sol del carajo y calculo que estaremos cercanos a los 40 grados, pero llueve en mi interior dejando caer el rocío de mil sueños sobre mis mejillas.

Capítulo 1

Tengo el cuerpo entumecido y los ojos pegados, no acostumbro a despertarme a estas horas, pero he de empezar a hacerlo porque es el primer día de clase. 1º de Bachillerato, ¿supondrá esto algún reto para mí? Hasta ahora las cosas habían ido rodadas en mi carrera estudiantil, exceptuando algunos baches: mis compañeros de clase.
Nunca suelo llevarme bien con nadie, no soy muy social que digamos pero intentaré hacer un esfuerzo ya que este año tendré compañeros nuevos, y quién sabe, quizás alguna compañera nueva…
Me levanto de un salto de la cama y me tambaleo hasta llegar a la puerta, la abro y salgo semidesnudo hacia el salón para preparar mi desayuno. Mis hermanos han acabado el pan para hacerme un par de tostadas y la leche que queda es de la semana pasada, no le doy importancia, cojo dinero y me dispongo a enfrentarme a los comentarios de mis compañeros, que llevan ya casi tres meses sin verme.
Mi pelo despeinado y mi estúpida patilla izquierda levantada. Voy sin afeitar y hecho un desastre, es decir, voy como siempre.
Me acerco a ver las listas para saber a que clase pertenezco este año y si será más o menos difícil soportarlo. Los mismos cuatro idiotas que no dejan dar clase a nadie, el grupo de las pijas, el de los deportistas y a los demás no les conozco.
Entro al aula y me siento, los que ya me conocen vienen a saludarme y yo hago el esfuerzo de no mandarles a la mierda, por primera vez en el curso. “¿Has estado yendo al gimnasio eh, Ros?” “Si, digamos que no he perdido el tiempo este verano”. Como detesto a la gente que me llama por mi apellido… Gilipollas. Lo cierto y verdad es que así era, este verano lo he dedicado a sacarle partido a los aparatos de ejercicio que mi madre compró por catálogo. No los había usado ni una vez.
Comienza la charla del director presentándonos ha nuestros nuevos compañeros. Una chica se levanta y se presenta, es baja, tiene el pelo cobrizo y los ojos preciosos. Digo claros, los ojos claros, verdes o marrones diría yo. Pálida y esbelta viste unos chinos negros y una blusa rosa con unas valencianas a juego. Siguen las presentaciones y me inmiscuyo en mi mente, pienso en lo poco que me importa estar aquí y en las agudas punzadas de mi estómago. Maldita leche rancia… Atraviesa este pensamiento cortándolo una presentación que me llama ciertamente la atención. Es un chico, rubio, alto más o menos como yo, sobre un metro noventa, tiene el pelo liso y joder, joder, ¡JODER, ME CAGO ENCIMA! Corro hacia la puerta tirando una mesa y olvidando mi mochila en el asiento. Llego justo al aseo y exploto. Nota mental 1: matar a mis hermanos.  Nota mental 2: cambiar mi dieta. Dios… Estoy podrido por dentro.