Y después de todo, de todos mis sueños seguías siendo sólo
tú.
Afuera llueve y una gotera moja mi almohada vieja. Vale, es
mentira, no llueve, hace un sol del carajo y calculo que estaremos cercanos a
los 40 grados, pero llueve en mi interior dejando caer el rocío de mil sueños
sobre mis mejillas.
Capítulo 1
Tengo el cuerpo entumecido y los ojos pegados, no acostumbro
a despertarme a estas horas, pero he de empezar a hacerlo porque es el primer
día de clase. 1º de Bachillerato, ¿supondrá esto algún reto para mí? Hasta
ahora las cosas habían ido rodadas en mi carrera estudiantil, exceptuando
algunos baches: mis compañeros de clase.
Nunca suelo llevarme bien con nadie, no soy muy social que
digamos pero intentaré hacer un esfuerzo ya que este año tendré compañeros
nuevos, y quién sabe, quizás alguna compañera nueva…
Me levanto de un salto de la cama y me tambaleo hasta llegar
a la puerta, la abro y salgo semidesnudo hacia el salón para preparar mi
desayuno. Mis hermanos han acabado el pan para hacerme un par de tostadas y la
leche que queda es de la semana pasada, no le doy importancia, cojo dinero y me
dispongo a enfrentarme a los comentarios de mis compañeros, que llevan ya casi
tres meses sin verme.
Mi pelo despeinado y mi estúpida patilla izquierda levantada.
Voy sin afeitar y hecho un desastre, es decir, voy como siempre.
Me acerco a ver las listas para saber a que clase pertenezco
este año y si será más o menos difícil soportarlo. Los mismos cuatro idiotas
que no dejan dar clase a nadie, el grupo de las pijas, el de los deportistas y
a los demás no les conozco.
Entro al aula y me siento, los que ya me conocen vienen a
saludarme y yo hago el esfuerzo de no mandarles a la mierda, por primera vez en
el curso. “¿Has estado yendo al gimnasio eh, Ros?” “Si, digamos que no he
perdido el tiempo este verano”. Como detesto a la gente que me llama por mi
apellido… Gilipollas. Lo cierto y verdad es que así era, este verano lo he
dedicado a sacarle partido a los aparatos de ejercicio que mi madre compró por
catálogo. No los había usado ni una vez.
Comienza la charla del director presentándonos ha nuestros
nuevos compañeros. Una chica se levanta y se presenta, es baja, tiene el pelo
cobrizo y los ojos preciosos. Digo claros, los ojos claros, verdes o marrones
diría yo. Pálida y esbelta viste unos chinos negros y una blusa rosa con unas
valencianas a juego. Siguen las presentaciones y me inmiscuyo en mi mente,
pienso en lo poco que me importa estar aquí y en las agudas punzadas de mi
estómago. Maldita leche rancia… Atraviesa este pensamiento cortándolo una
presentación que me llama ciertamente la atención. Es un chico, rubio, alto más
o menos como yo, sobre un metro noventa, tiene el pelo liso y joder, joder,
¡JODER, ME CAGO ENCIMA! Corro hacia la puerta tirando una mesa y olvidando mi
mochila en el asiento. Llego justo al aseo y exploto. Nota mental 1: matar a
mis hermanos. Nota mental 2: cambiar mi
dieta. Dios… Estoy podrido por dentro.
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