jueves, 26 de abril de 2012


Capítulo 3

Me levanto una hora antes para joder un poco a mis hermanos, desayuno y escondo leche, cereales y pan en mi habitación, todavía me da tiempo para acostarme un poco antes de que suene mi despertador y hacerme el enfadado porque mis hermanos no me han dejado nada para desayunar. Soy un cabrón, si, y me encanta.
Hoy me he duchado temprano, me he afeitado y me he apañado un poco el pelo, digamos que me he arreglado para ir a clase.
Me siento solo en la primera hora de clase, Thomas llega tarde y se sienta a mi lado. Hablamos un poco y descubro cosas sobre el, es de los Estados Unidos y lleva dos años en España. Para llevar dos años habla muy bien el español. Me explica que ya lo estudiaba en Nashville y que desde que vino no ha parado de hablar español, incluso en casa.
-¿Y qué hay de ti Ros? –Maldita sea, me ha llamado por mi apellido, aunque de sus labios parece bien, incluso me gusta.
-De mi… No hay mucho que decir, no se me da bien hacer nada ni me esfuerzo en hacer algo.
-Que pesimista eres chaval. –En eso tenía razón, no soy muy entusiasta.
-¿Pesimista? Tal vez… Quizá necesite a alguien que cambie mi manera de ver las cosas.
La conversación quedó ahí, la vieja nos llamó la atención, digo, la profesora nos llamó la atención y nos separó. Le escribí una nota, ya que solo teníamos una clase en común y estaba acabando. “A las 16.00 en La Puerta Secreta, sabes dónde está, ¿no?” La Puerta Secreta es un bar que suelo frecuentar, ponen buena música, suele estar casi vacío, por lo que se puede mantener una conversación. Recibió la nota y asintió.
El resto de clases fueron como las demás, aburridas, desesperantes, deprimentes… Hasta que llegó la penúltima hora, prácticas de biología con Marina.
-¡Roooos! ¿Compañeros de pupitre este curso, no estás emocionado de tenerme al lado? Yo lo estaría. –Dice ella guiñándome un ojo.
-Como no voy a estarlo el problema es que no me voy a poder concentrar mucho en clase…
-¿Por?
-Estaré pensando en todos los lugares donde me gustaría hacerlo contigo y esta mesa parece cómoda, ¿arriba o abajo? –Joooodeer, ¿de verdad he dicho yo eso?
-Descúbrelo tú. Esta noche. A las 23.45 en mi casa.
-No sé donde vives... –Dicho esto saca un papel escribe algo y lo introduce en mi bolsillo delantero, mantiene la mano unos segundos y da unas vueltas con los dedos, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.
-Me da que esta noche nos lo vamos a pasar bien. –Dice mordiéndose un labio.
Dios, tenía que contarle esto a Tom enseguida. La hora siguiente se me hizo insoportable pensando en lo que ocurriría esta noche y en lo que había pasado en la clase anterior.

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