lunes, 30 de abril de 2012


Capítulo 11

Me levanto tarde y bajo a comer algo. En la mesa de la cocina están Nora y Carlos desayunando. No les miro a la cara ni les digo nada, total, ¿para qué? Mi abuela me dijo una vez cuando yo era pequeño: si no tienes nada bueno que decir de alguien mejor no abrir la boca. Cojo un zumo frío de la nevera y cuando voy subiendo las escaleras para llegar a mi cuarto me detengo y les digo:
-¿Desde cuando en esta casa los perros comen en la mesa? –Digo mirando a David a los ojos para que se dé por aludido y sigo subiendo las escaleras.
Si antes no he dicho que estaba en la mesa de la cocina es para que quede clara la posición que ocupa él en mi jerarquía de prioridades vitales: Thomas, Edu, Bree, los zumos de sandía, los chicles de fresa, mis padres, los patos y eso a lo que yo solía llamar hermano mayor.
Paso por el cuarto de Edu y entro, estaba durmiendo.
-Eh enano, anoche estuve con Bree. –Le digo haciéndole cosquillas en la barriga. Vaya… Hacía siglos que no le hacía cosquillas a mi hermano.
-¿Te dijo algo de mí? ¿Qué tal anoche? ¡Cuenta!
-Pues no me dijo nada sobre ti directamente, pero cuando te mencioné la noté muy ilusionada. –Esto despierta una gran sonrisa en su cara.
-¿Y qué tal con Tom?
-Pues se llevó una gran sorpresa y todo gracias a ti. Estuvimos toda la noche juntos, llegué a casa a eso de las 05.10 o 05.15 y me acosté. ¿Te gustaría venir esta tarde a su casa? Y así puedo usarte de excusa para ir a verle y tu ves a Bree.
-¡Si, eso sería genial!
-Bueno, voy a llamar a Tom para decírselo. Ah, te quito el iPod un rato, me apetece escuchar música.
-Vale, todo tuyo. –Me dice, yo lo cojo y me voy a mi habitación.
Subo la persiana y me siento en el escritorio con mi móvil en la mano, marco su número y le llamo.
-Buenos días, ¿ha dormido bien el señor?
-Mejor que nunca, ¿a qué hora te fuiste a casa?
-A las cinco, me despedí de ti, ¿no te acuerdas?
-Eh si… No, la verdad es que no. –Dice riéndose.
-¿Tienes algo planeado para esta tarde? Tenía pensado acercar a mi hermano a ver a Bree. Por lo visto se conocen, ya sabes, son amigos y eso… Entre nosotros, mi hermano está pillado por tu hermana.
-¿No me digas? Tu hermano se llama Edu, ¿verdad? Bree no deja de hablar de un tal Edu que está “buenísimo y que además es majo y cariñoso”. Tiene hasta planes de boda con él. –Ambos nos reímos.
-Te veo esta tarde entonces.
-Antes de colgar, recuerda que tú y yo tenemos algo pendiente esta noche… Busca una manera de echar a los peques que de lo demás me encargo yo. –Me dice Thomas.
-No se me olvida, tranquilo que de ellos me ocupo yo. Te quiero amor.
-¡Yo más! –Me dice y rápidamente cuelga.
Bueno pues me toca rascarme el bolsillo a ver que saco para mandar a los niños de paseo unas horas. 10 euros de la cartera, 2 euros debajo de la cama, en la hucha 13 euros… Voy a la habitación de Edu.
-Tienes una cita con Bree esta tarde y va a ser hasta bien entrada la noche por tu bien, como te acerques a su casa temprano estás muerto. Toma anda, 25 euros que he conseguido, un botón que se me ha caído de los pantalones, un chicle de fresa ácida y un bono para el bus con unos seis o siete viajes… Bueno no, el chicle me lo quedo yo. –Le digo, lo desenvuelvo y me lo meto en la boca. Al notar la acidez de la fresa en mi lengua pongo una cara entre asco y risa arrugando el morro. Mi hermano me abraza. Esto no está bien mi hermano abrazándome y yo no puedo quitar la cara de asco, puto chicle.
Me meto al aseo y pongo los altavoces a todo volumen y selecciono el playlist de Avril Lavigne, pongo el iPod en aleatorio y suena “Wish You Were Here” canción adecuada para el momento adecuado, una ducha caliente y relajada con él y es que después de hablar con Tom apenas unos segundos desearía que estuviese aquí. Estoy dentro de la ducha cantando, bueno, si a lo que yo hago se le puede llamar cantar: “Daaaamn, Damn, Damn!” grito bien fuerte para que todos puedan oírme. Me enjabono y me lavo bien el pelo escuchando “Girlfriend” y para cuando salgo, al final de ésta, comienza a sonar “What The Hell” y yo comienzo a saltar a cantar y a mover la cabeza. El Soldado Fresh también baila, aquí todas las partes de mi cuerpo bailan y rezuman felicidad por cada uno de mis poros. Seco mi pelo y salgo desnudo hasta mi habitación corriendo y dando saltos, nadie se da cuenta y desde luego esta vez no me están grabando o eso espero. Me pongo mis Converse grises y luego voy a ponerme los pantalones y me doy cuenta de que ya llevo puestos los zapatos, me los quito y me pongo los pantalones y ahora si los zapatos después. Estoy realmente nervioso… Unos pantalones vaqueros negros y una camisa a cuadros intercalando el color negro y un azul eléctrico. Estoy un poco despeinado y mi patilla izquierda ha vuelto a hacer de las suyas, espero que Thomas no se de cuenta… No me afeito, sé que le gusta mi barba cuando es de apenas unos días. Me perfumo de la cabeza a los pies con mi perfume favorito y me dirijo a la habitación de mi hermano, a ver si él está preparado y vaya si lo está: va impresionante, lleva unas Nike 6.0 grandes y con dibujos, rayas azules, rojas y negras. Unos chinos lilas o morados con una camisa a cuadros verde y azul que resalta sus ojos y lo más bonito que lleva esta tarde puesto es una gran sonrisa de oreja a oreja que se mezcla con un poco de angustia.
-Vaya… –Digo al verle.
-¿Te gusta?
-Si, vas genial.
-¿Tú crees, no me he arreglado mucho o muy poco?
-Vas genial, ¿estás nervioso verdad?
-Mucho, no lo sabes tú bien.
-Si no me equivoco no es tu primera cita, o sea, que sabes cómo van estas cosas incluso mejor que yo.
-Pero no es lo mismo Diego y lo sabes.
-Tienes razón… Bueno vamos que todavía hay que coger el bus.
Ya en el bus hablamos de los planes que tenemos cada uno y nos contamos nuestras cosas.
-¿Dónde la vas a llevar Casanova? –Le pregunto dándole con el codo en las costillas.
-Pues no sé, había pensado ir a cenar a una pizzería y después pasar la noche jugando a los bolos o en el cine… ¿Y tú?
-Pues no lo sé, Tom dice que me tiene una sorpresa preparada así que no sé nada de nada. –Mentira, una idea me hago de lo que vamos a hacer y eso es mejor que Edu no lo sepa, al menos por ahora.
-¿Algún consejo? –Me dice cuando bajamos del autobús en la calle de Thomas y Bree.
-Tranquilízate a Bree le gustas, es más, no deja de hablar de ti según me ha dicho un pajarito.
-¡¿Qué te han dicho?!
-Que sepas lo que te he dicho no implica que lo tengas todo ganado… Tienes que ganártela. –Dicho esto toco el timbre de la casa y espero impaciente a que abran la puerta. Abre la puerta Bree y vaya, está impresionante, lleva el pelo ondulado y ensalza su rubio con un magnífico brillo. En realidad no es su pelo únicamente lo que resplandece, ella misma desprende una luz viva y alegre. Lleva una camiseta marrón larga, como un vestido y unos pantalones cortos vaqueros muy, muy cortos con unas medias casi imperceptibles que hacen que sus piernas parezcan mucho más largas acabando en   unos botines con tacón marrones.
-Mi hermano está en la cocina. ¿Nos vamos Edu?
-Eh… –Está completamente embobado le doy una colleja. Vuelve a nuestro planeta y le ofrece el brazo para que Bree ande a su lado. Bree con tacones es casi igual de alta que él, ahora mismo le llega más arriba del hombro. Imagino cuán felices serán si llegan algún día a estar juntos y se cierra la puerta de la casa. Mierda… Toco el timbre y me abre la puerta Thomas.
-¡Te estaba esperando, pasa! –Y sale corriendo hacia la cocina. Lleva un delantal negro y cuando se va corriendo veo como su culito moreno va dando botes con él. Va desnudo y solo lleva el delantal. Dios me encanta Tom por estas cosas, cuando menos te lo esperas te sorprende y además tiene un culo de infarto.
-¡Madre mía, ven aquí que te como! –Digo cerrando la puerta y dejándola a mis espaldas. Comienzo a andar hacia la cocina con ganas de ponerle contra la pared y besarle sin parar durante toda la noche. Llego a la cocina y flipo. Flipo mucho.
Hay pétalos de rosa de varios colores creando una senda en el suelo cercada por una hilera de velas rojas. Sigo la senda y llega al salón. Las velas rodean una mesa muy baja que está en el suelo, hay varias velas más rodeando la sala que la iluminan y esta vez si se ve con claridad. Me siento en un cojín y al corto rato de estar ahí, se acercan por mi espalda y me cubren los ojos con un pañuelo de seda o algo parecido. Me besa los labios y me va desabrochando la camisa.
-Abre la boca. –Susurra Tom en mi oído.
Le hago caso y noto en mis labios un dulzor caliente únicamente propio del chocolate, muerdo y saco otro sabor, éste mezcla dulce y ácido: el de las fresas.
-Fresas con chocolate, ¿verdad?
-Así es.
Se posa en mis labios esta vez una crema fría, muerdo y es blando y muy dulce.
-¿Plátano con nata?
-Muy bien.
Lo siguiente que me pone en los labios tiene azúcar lo muerdo y un jugo llena mi boca, sin duda: naranja.
-Naranja con azúcar.
-¿Y esto? –Me dice besándome.
-Mmm… No sé, no lo tengo claro, dame más. –Sigue besándome, tiene su mano en mi cintura desnuda.
-¿Sabes ya que es?
-Lo mejor que hay en éste mundo sin duda. –Digo quitándome el pañuelo y mirándole a los ojos.
Me quito los pantalones y le agarro por el culo, nos besamos desenfrenadamente y le suelto el delantal de la parte del cuello quedándole éste por las caderas. Se sube encima de mí y le agarro por la espalda mientras él me besa por el cuello y baja a mi pecho. Agarra mis slips por las caderas y los desliza por mis piernas hacia abajo, cuando los ha sacado los tira al suelo y sigue el recorrido de sus besos por mi ombligo hacia abajo. Suelto el delantal de sus caderas y cuando Thomas se da cuenta me mira con una cara juguetona y ambos nos reímos.
Giramos por el suelo y es mi momento, estoy sobre Tom que me atrae enroscando sus piernas sobre mis caderas hacia él.
-Thomas, yo no…
-Tranquilo, estoy preparado tu solo hazlo.
-Pero, ¿sin ningún lubricante ni nada?
-Si, tengo uno y además es natural. –Me dice guiñándome el ojo. No entiendo esto último hasta que lo noto. Era el mayor placer que había sentido hasta ahora, me tiemblan las piernas y siento escalofríos que recorren todo mi cuerpo.
-Dios… -Digo con la respiración acelerada.
Mi gran amigo el Soldado Fresh está ahora cubierto de saliva y listo para la batalla. Tom me vuelve a rodear con las piernas, apoyo mi mano derecha sobre su pecho y con la izquierda presiono haciendo que entre la punta. Thomas se estremece en el suelo y le pregunto que si está bien, me contesta asintiendo con la cabeza y yo sigo con mi tarea. Cuán equivocado estaba al pensar que una felación era lo mejor del mundo, sin duda esto le daba mil patadas. La presión, el calor, el sudor de nuestros cuerpos ahora más juntos que nunca. Tom no tarda mucho en acabar y se corre sobre su pecho poco después de él voy yo que la saco a toda prisa terminando en el suelo. Bueno, ya se limpiará. Me tiro a su lado y yacemos ambos en el suelo desnudos, respirando entrecortadamente. Poso mi mano sobre su pecho, beso su mejilla y descanso la cabeza en el suelo. Tom gira su cabeza hacia donde estoy y nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos, sonriendo y más vivos que nunca. 

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