viernes, 27 de abril de 2012

Capítulo 5

Corro. Corro hacia donde nadie pueda verme. Mi cuerpo no se cansa y yo sigo corriendo. Un par de lágrimas resbalan por mis mejillas y no sé por qué, apenas la conocía, pero como aquél que dice que de ilusiones se vive… Se muere también. Me siento en la acera y rompo a llorar esta vez más fuerte. Siempre me pasa lo mismo, sea quien sea, me emociono pensando en el futuro cuando ni siquiera aún tenemos presente. Cuando me he calmado un poco, me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa y de lo solo que estoy, así que, decido ir a ver si Tom está despierto y quiere hablar conmigo. Su casa está a unas pocas calles de donde yo estoy, si mal no recuerdo y mi sentido de la orientación no me falla.
La noche es clara, se puede ver con facilidad, es decir, hay farolas y eso… La luna resplandece blanca sobre el cielo, como si alguien la hubiese colocado allí.
Llego a su casa y toco la puerta, ya he tenido bastante esta noche como para intentar colarme por su ventana también. No, gracias. Es muy tarde, no habrá nadie, me digo a mi mismo y veo una luz encenderse.
-¿Qué haces aquí? –Dice Thomas, menos mal que ha abierto él la puerta, si la llega a abrir su madre o su padre, ¿qué les digo? Supongo que les diría algo como “Hola señora, ¿está usted interesada en la obra de nuestro señor Jesús?” Soy así de idiota y no se me suelen ocurrir cosas mejores.
-¿Podemos hablar?
-Si, bueno… No, no sé, es tarde Diego.
-Es importante…
-De acuerdo… Pasa. –Me dice guiándome hacia la derecha.
Me tiro sobre su cama boca abajo, ni siquiera me preocupo por mirar a mí alrededor, caigo sobre la cama y rompo a llorar. Él no dice nada, se tumba a mi lado y me acaricia el pelo. Esto me reconforta, me giro y apoyo la cabeza en su pecho, él me acaricia ahora la cara, jadeo un poco aún por mis llantos y me duermo.
Un hilo de luz se cuela por la ventana y me obliga a abrir los ojos, estoy solo en la cama, abrazado a un peluche con forma de corazón. Es rojo y muy cómodo y también está lleno de babas, tendré que comprarle uno. Me incorporo un poco y miro a mi alrededor, hay un escritorio con un monitor de ordenador y un puñado de papeles, una mesita de noche con una foto de Thomas, sale muy guapo, la verdad. Una estantería de madera con peluches y perfumes, un sillón, un televisor y una pequeña lámpara con forma de árbol.
Tom abre la puerta, viene con una bandeja y la pone sobre mi regazo.
-¿Un donut de chocolate? –Después de gastar mis energías en llorar, comer es lo que necesito.
-¿Qué, tu nunca has soñado que te lleven el desayuno a la cama? –Dice guiñándome un ojo.
-¡Que tonto eres! Escucha… Siento lo de anoche, siento haberte molestado y…
-Lo único que me molestó de anoche fue que roncas, y mucho. –Dice él interrumpiéndome.
-¿De veras? Vaya, perdona…
-No te disculpes, es algo que me encanta. Te he dicho que me molestó para ver lo que decías.
-Se estaba follando a su primo…
-¿Qué? Ah… No tienes por qué explicarme lo que pasó anoche, si te vas a sentir peor no me lo cuentes, aunque si eso implica que duermas conmigo otra vez cuéntamelo mil veces.
-Creo que soy gay… Es decir, creo que te quiero.
-No, no me quieres a mí, quieres querer a alguien, que es algo completamente diferente…
-No. Ahora lo entiendo, entiendo por qué todas las noches antes de dormirme veía tus ojos y no los de Marina, por qué soñaba contigo y no con ella.
-¿Es eso cierto?
-Si... Pero si no es lo que sientes tú me iré a casa.
-No te vayas a casa, y menos con la boca llena de chocolate. –Dicho esto se acerca y con su pulgar limpia suave y cuidadosamente mi boca.
Estamos tan cerca, a unos centímetros, puedo sentir su respiración y estoy casi seguro de que él puede escuchar mi corazón a esa distancia.
-Bésame.
Nuestros labios se juntan húmedos y le miro a los ojos, esos ojos grises cristalinos. Puedo notar como sus labios se curvan. Está sonriendo. 

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