martes, 13 de noviembre de 2018

Me tiemblan las manos, ya me conocen.
Y tanto va el cántaro a la fuente, que al final nadie me creerá. 
Y soplaré, y soplarán, sobre mi casa que ya ha caído. 
Y de los cimientos no verán resurgir nada, porque ya no habita nada en mí. 
¿Qué te digo que no sepas?
¿Qué te digo que no hayas escuchado?
Solo te pido que me creas si te digo que me duele, aunque no sepa explicarte el qué.
Que me creas si te digo que no siento nada.
Que lloro el polvo de los escombros que un día me formaron y que formaron esta casa antes de que mi mundo empezase a marcharse.