miércoles, 18 de enero de 2012

Esta es una historia que escribí hace un año o así para la clase de Lengua, basada, por así decirlo, en la canción de Incubus, Love Hurts que me inspiró para escribirla. 

Love Hurts

Se acercaban las cinco de la tarde y todos nos preparábamos para salir en procesión, la más larga de toda la Semana Santa. La gente en la hermandad estaba ajetreada, gritos, risas… una niña al fondo lloraba. Me acerqué a consolarla y ya no estaba, ciertamente me pareció reconocer ese rostro de muñeca de porcelana, que tanto adoraba y que no veía desde hacía tres años, mi hermana pequeña. Cómo podía ser eso posible, pensé cuando llegue a aquella esquina, debía ser un delirio a causa de el agotamiento físico y psicológico ya que… Ella está muerta, ¿qué me quería decir mi subconsciente al mostrarme esa cruel visión?
La gente seguía con sus prisas ya que se acercaba la hora de salir y entre un tumulto de personas alcé la vista encontrándome con sus ojos y el mundo me vino encima, sus ojos eran de un marrón claro, cristalinos, que me abrían una puerta que nunca antes se había abierto en mi corazón. Me sentí extraño, como si yo únicamente fuese una pequeñez en el mundo en comparación a ella. Por suerte ambos tocábamos el tambor y nos dio ocasión a conocernos un poco mejor ya que nos tocó ir juntos.
Ya en mitad del recorrido decidí tomarme un descanso e ir a por un helado, Ana, la chica, se había ido hacía rato y estaba preocupado y hambriento.
Iba andando con mi helado, como un niño pequeño con un juguete nuevo y allí estaba otra vez, mi hermana. Asustado, se me calló el helado sobre mi túnica nueva al correr hacía ella para abrazarla mientras que se desvanecía llegué donde estaba y ya no había nada, excepto Ana tras de mí. Me sujetó la mano y me besó repentinamente haciendo cesar mi hambre de besos. La agarré de la cintura suavemente mientras que ella deslizaba su mano por mi cuello, todo era tan hermoso, juntos, en el centro de la calle, abrazados. Decidimos volver por si nos echaban en falta los de la banda y en la esquina antes de llegar donde estaban los demás nos besamos nuevamente hasta que nos interrumpió una gota de agua sobre mi frente, estaba empezando a llover. Unos minutos más tarde llovía fuertemente mientras que trataban de tapar el trono con un plástico, de nuevo había ruido y la gente corría para refugiarse de la lluvia, solo es agua, pensé. Me encontraba en el centro de la carretera buscando a Ana empapado de los pies a la cabeza y caí. Eso fue lo último que recuerdo antes de despertar en el hospital, tenía vendada la cabeza, por lo visto me habían operado, un tumor en el cerebro, quién me lo iba a decir con tan solo trece años. No solo tenía heridas en la cabeza a causa de la operación, también las tenía en el corazón, mis padres intentaron ocultármelo, pero no pudieron… Ana había muerto atropellada por un coche justo a mi lado, la gente que lo vio dijo que se abalanzó al verme en el suelo y el coche no pudo frenar a tiempo, el amor duele, ya lo sabía, pero no hasta llegar a tal punto.



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