Bullets of Redempion
Capítulo 2
El bar está casi vacío esta tarde y no tengo nada que hacer
ni nada que pensar. Estoy tras la barra haciendo como que limpio las botellas
de alcohol barato en las estanterías de cristal. Entra una pareja, la primera y
probablemente última de la tarde así que decido divertirme un poco.
-Hola, buenas tardes, ¿nos pone un Nestea? Y… ¿Tú qué
quieres cariño? –Pregunta la mujer a su acompañante.
-Una cerveza. –Dice él.
Continúo limpiando las botellas de espaldas a los clientes
mientras que ellos siguen intentando que les haga caso. Oigo como se ponen
furiosos y la chica pide marcharse al chico y éste me llama gilipollas y me
pide una hoja de reclamaciones. Por lo visto están muy enfadados. Con la mirada
al suelo me giro contoneando mi cuerpo a modo de baile y me hago el sorprendido
al verles en la barra. Comienzo a mover mis manos como si fuese realmente sordo
y observo la cara del chico, joder, se está sintiendo como el culo ahora mismo,
lo puedo observar en sus gestos.
-Vaya… Perdone, no sabíamos que era usted sordo. –Dice la
chica en voz alta.- ¡Nestea! ¡Neeesteeeaa!
-María por dios, es sordo, no te va a escuchar.
Empiezo a hacer como si me superase la situación, intentando
hacer como que hablo, sudo y veo que ellos se están apurando.
-Gracias, nos tenemos que ir, perdón por las molestias.
–Dice el chico.
Salen por la puerta y el bar queda de nuevo vacío, me río
tanto que acabo golpeando mi cabeza contra la barra. Me siento en el suelo a
ver si se me pasa el dolor y me sigo riendo a grandes carcajadas. Sin duda lo
repetiré con el próximo cliente… Tras media hora de espera llega un hombre
mayor, de unos sesenta años, le recibo con un saludo levantando mi mano y con
una serie de gestos inventados, me mira extrañado y comienza a mover las manos.
Hostia puta, que éste si sabe hablar con el lenguaje de signos, mi cara tiene
que ser mítica en estos momentos.
-¿Eres sordo? –Dice a la vez que mueve las manos. Yo
asiento.
Le sirvo una Coca Cola y un plato con almendras, me paga y
recibe una llamada al teléfono. Por lo visto un familiar suyo está en el
hospital.
-¿Tienes hora? –Me dice con las manos y en voz baja.
-Las seis y media. Mierda…
-¿¡Tú no eras sordo!?
-Nananananana. –Grito yo cogiendo la manguera del lavaplatos
y mojándole la camisa al viejo.
-¿Pero qué coño haces? ¡Quiero la hoja de reclamaciones!
–Dice dirigiéndose a la puerta y gritando.
-¡Vete de aquí subnormal! –Le digo lanzando la botella de
Coca Cola hacia su posición.
Me daba lástima, el pobre con familia en el hospital y yo
aquí riéndome de él. No, es broma. Que le follen, me importa una mierda.
Cierro la puerta del bar y la vuelvo a abrir cinco minutos
antes de que venga mi jefe, mientras tanto me acuesto en una mesa y enciendo un
cigarro. Antes de que se consuma al completo agarro un dardo de la diana y
mirándome en el cristal de la barra, cigarro en los labios, atravieso el lóbulo
izquierdo de mi oreja con la punta del dardo. La oreja me sangra y noto como
palpita, el agujero es considerablemente grande en comparación a los normales,
agarro una botella de Jack Daniels e ingiero más de un cuarto de ésta. Mi jefe
llega, me pregunta por la oreja yo bostezo y niego con la cabeza.
Salgo por el callejón de atrás, cierro la puerta y me pongo
a mear en una esquina. Cuando acabo de mearme prácticamente casi todo el
pantalón, me dirijo a mi casa con dos cigarros en la boca, aprieto el cartón
contra mi frente y lo dejo caer al suelo mientras ando. Me fumo ambos cigarros
sin prisa, meto el humo en mi boca y lo dejo salir un poco para inspirarlo por
la nariz, eso hace que me maree aún más. Subo las escaleras y toco el timbre a
pesar de llevar la llave de casa en la cartera. Abre la puerta mi abuelo con
una sonrisa que tarda poco en huir de su rostro.
-Dios mío hueles fatal, ¿de dónde vienes?
-Trabajo. –Articulé como pude esa palabra, fue un esfuerzo a
premiar.
-Deberías ducharte, te esperaremos para cenar.
No le respondo y miro al entrar a la izquierda, en la mesa
del salón se encuentran sentados mis familiares más cercanos, tíos, abuelos,
primos y mis padres, claro está.
“Hola” quería decirles, sin embargo lo único que salió de mi
boca fue vómito, vómito y más vómito. Impasible, recupere el aliento y lleno de
vómito anduve unos pasos hasta mi cuarto, cerré la puerta con el pestillo y me
tiré al suelo, agarré los cascos para no oír como mi familia me llamaba desde
el otro lado de la puerta y me inmiscuí en mi propio mundo por unas horas.
Feliz cumpleaños mamá.
Como ya te dije por twitter, amigo, nunca dejes de escribir, muy interesante, de verdad.
ResponderEliminarMuchas gracias, cuando pueda seguiré escribiendo y subiendo capítulos al blog! :)
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