domingo, 24 de agosto de 2014

Hay gente que vive en distintas realidades a la mía, para explicar esto diré que en mi realidad, yo soy un adolescente en una de esas bicicletas de niño pequeño con un asa en la parte de atrás, propulsado por un adulto, creyendo ingenuo de mí que soy yo quien elige la dirección a la que voy, que soy yo el que se mueve pedaleando.
Para explicarlo de otro modo: un arnés que me sujeta ante posibles caídas, me siento seguro con él, pero reduce mi movilidad de una manera considerable. Intento escalar la montaña que es mi vida, aún me queda mucho para llegar a la cima, y ante cada desvío de la senda que me lleva directamente a la cima, noto un tirón del arnés indicándome que esa no es la senda que debo seguir, y aunque quiera escoger otro camino, el arnés me aprieta y la cuerda de seguridad tira de mí hacia abajo.
Otra realidad es la de la persona que tira de mi cuerda, que dirige mis movimientos en el triciclo, que cree hacer lo mejor por mí llevándome por la acera y no por la carretera, que cree que si me detengo para tomar fotos del paisaje en otro camino que no es el mío, debo volver inmediatamente a mi rienda.
Todos vivimos realidades independientes, pensamos de una manera diferente… Hay veces que me apetece tomar fotos del paisaje, arriesgarme a ir por la carretera y no la acera… Y aunque todo esto son metáforas, el arnés me aprieta cada vez más mientras intento crecer como persona, mientras intento darme cuenta de que si no quiero que me atropellen debo ir por la acera.

Seguiré el camino que crean correcto para mí, intentaré cambiar mi camino cuando se crean confiados de que he aprendido la lección, e intentaré no convertirme en una marioneta más.

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