Capítulo 15
Después de comer tarta y abrir los regalos conseguimos que
nos dejen un poco a solas. Eric y Susanne se van a casa acompañados de Edu y
Bree, que duermen allí esta noche y mamá está acostada. Esperamos media hora o
así viendo la tele en el sofá y subimos a nuestra habitación.
-Siéntate en la cama. –Le ordeno. Busco en el cajón inferior
del armario los lubricantes y los condones y me pongo los dos botes entre los
dedos de la mano derecha y la caja de preservativos en la izquierda.
-¿Así que ése era mi regalo eh?
-¿Te gusta?
-Me encanta, pero más me gustas tú. Ven aquí tigre. –Me dice
descargando el peso de su cuerpo sobre sus brazos ahora tras su espalda.
Tiro las cosas que ocupan mis manos sobre la cama y me
abalanzo sobre Tom que sigue con sus brazos en la misma posición y yo estoy
encima suya besándole locamente, le agarro por la fina corbata que rodea su
cuello cuando cesan sus besos por unos segundos, atrayéndole hacia mí pidiendo
más. Comienzo a desnudarle: le quito la camisa y paro, no puedo seguir
quitándole la ropa porque me invade la necesidad de besarle sin parar, se ha
convertido en una necesidad vital para mí en estos momentos y es que, si no le
beso me falta el aire. Se termina de desabrochar la camisa y yo me quito mi
camiseta, me levanto y me desnudo completamente. A él le cuesta quitarse los
pantalones, ya que aún sigue sentado sobre el borde de la cama y se los quito
yo aprovechando mi situación para besar cada uno de los rincones de su cuerpo
empezando desde abajo. Volvemos a nuestra posición inicial solo que ahora Tom
rodea mi espalda con sus brazos para que no me caiga de espaldas.
-¿Vamos? –Dice él cogiendo un preservativo para dármelo.
-Si, pero hoy te toca a ti. –Me mira extrañado hasta que le
devuelvo el condón.
-¿Estás seguro de esto?
-Si, bueno, no pero si, ¿entiendes? –El se ríe.
-¿Entonces me lo pongo o no?
-¡Si! Pero échale lubricante, si puede ser el bote entero
mejor. –Se vuelve a reír esta vez más fuerte.
-¿Preparado?
-¡No! –A Tom le da igual, me agarra por el culo y me levanta
sobre él. Aún estamos como al principio: al borde de la cama.
-Venga, que no es nada. –Me dice levantándome un poco más.
-Que sepas que esto se puede considerar como una violaci… –Por
unos segundos se me nubla la vista por el dolor y me pierdo en otro mundo hasta
que me rescata uno de sus besos. Empiezo a disfrutarlo hasta que se levanta de
la cama conmigo aún encima poniéndome contra el armario de enfrente de la cama,
ahí me asusta bastante la posibilidad de caerme, por lo que me agarro como
puedo con las piernas a su alrededor y mis brazos rodeando su cuello. No se
cómo ni cuándo pero nos encontramos de nuevo en la cama, ahora estoy debajo
suya, ambos disminuimos el ritmo y terminamos prácticamente a la vez.
-¿Cómo he estado? –Interviene Thomas después de unos minutos
de silencio.
-Te has ganado unas doce fábricas de donuts de chocolate
para mañana bien temprano.
-¡Uah! ¿Para mí solito? –Dice poniendo voz lastimera y
haciendo el tonto.
-Si, para ti solito. –Le afirmo dándole un golpecito con los
dedos en la nariz.
-Voy a ducharme cielo. –No le contesto y observo como sale
del cuarto desde la cama con cara de satisfacción.
A la mañana siguiente me despierta el olor a café desde el
piso de abajo, la habitación está llena de rayos de sol que se cuelan por mi
ventana y me rodea una fina sábana azul. Tom debió de taparme anoche cuando
volvió de la ducha. Está a mi lado despierto y se pone a jugar con mi pelo.
-Buenos días, ¿y mis fábricas de donuts?
-¿No te lo he contado? Me llamaron anoche cuando estabas en
la ducha, se han incendiado todas. –Digo en tono jocoso y a la vez con voz de
sorpresa.
-¡¿Las doce?!
-Si, así es, ¿una tragedia verdad?
-Y que lo digas, menos mal que pude salvar uno para
traértelo y que desayunes conmigo. –Dice mostrándome la bandeja que hay en la
mesilla.
-¿Piensas comértelos? ¡Ahora que no quedan casi fábricas es
el momento de conservarlos y venderlos como reliquias, nos haremos ricos!
-Imbécil que eres.
-Ya pero tú me quieres.
-Y tu a mí también.
-Vaya, ¿aparte de guapo eres brujo? –Le pregunto.
-Si y también se saltar a la pata coja.
-No es posible… ¡Tengo el novio más listo del mundo! –Digo
no pudiendo parar de reír.
-¡Si si, mira! –Dice saltando de la cama, se sujeta la
pierna derecha con la mano izquierda por detrás de la espalda y con la mano
derecha tras su cuello comienza a pegar saltos hasta que pierde el equilibrio y
se cae al suelo. No puedo reír más, hasta mi madre sube al cuarto a ver si
había pasado algo grave y se ríe conmigo al ver la imagen de Thomas en el
suelo.
-Sois de lo que no hay… –Nos dice y se va de nuevo con una
sonrisa en la cara.
-Sabes, aún no me has dado los buenos días. –Le digo
mientras se levanta del suelo y se tumba a mi lado en la cama de nuevo.
-Buenos días. –Dice él besando mi frente. Yo esperaba que
besase mis labios por lo que el beso en la frente me sorprende y me agrada
incluso más.
Me visto rápido y pego un par de bocados a mi desayuno, cojo
un zumo de la nevera y me lo bebo de camino al coche. Llego tarde al trabajo,
espero que nadie se dé cuenta. Trabajo en un gran supermercado y nada más
llegar, el encargado me dice que pase a su despacho. No pueden despedirme y
menos ahora que estábamos consiguiendo algo de estabilidad económica.
-Siéntate Diego. –Lo hago e intento disimular un poco el
dolor, joder, que incómodo, ésta a Thomas se la devuelvo.
-¿Pasa algo Óscar? –Óscar es el encargado y por lo tanto mi
jefe, es mucho mayor que yo pero a pesar de su edad se conserva bastante bien.
Es pelirrojo y tiene el pelo corto, es delgado y lleva un pendiente en la ceja
y otro en la oreja izquierda. Para ser mi jefe me llevo bastante bien con él,
siempre me ha tratado como a un igual y ha sido muy simpático y considerado con
mi situación actual.
-Seré rápido: estás despedido.
-¡¿Qué?!
-Que no que es broma, el que se va soy yo y quiero que
ocupes mi puesto. –Le miro con una cara de asco impresionante por lo que me
había dicho anteriormente.
-¿Cómo que te vas? ¿Y eso?
-Si, me han ofrecido un puesto mejor en otra empresa y antes
de irme me han pedido que elija a mi sustituto.
-¿Me has elegido a mí? Vaya… Lo que has hecho por mí no
tiene precio…
-Si lo tiene y puedes pagar en efectivo, con tarjeta de
crédito o en favores sexuales. Tú eliges.
-¿Si o qué? –Digo y ambos nos reímos.- Te voy a echar de
menos tío…
-Lo sé, es normal: soy la hostia. Hay veces en las que yo
también me echo de menos a mí mismo. –Volvemos a reír y me muestra las cosas
que debo hacer en mi nuevo puesto de trabajo.
Llego a casa tarde después de estar intentando aprenderlo
todo y estoy muerto de cansancio, me tiro en el sofá y Tom viene y se sienta en
el sillón de al lado.
-Hola mi amor, tengo una buena noticia. –Digo con la mano en
la frente.
-Yo también tengo una noticia, no sé si buena o mala, pero
tú primero.
-Me han ascendido, ahora soy el encargado.
-¡Vaya eso es genial!
-¿Y cuál es tu noticia?
-Me han dado una beca para terminar mis estudios en
Alemania. Me voy la semana que viene…
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