domingo, 6 de mayo de 2012


Capítulo 16

Repaso mentalmente lo que ha dicho una y otra vez y no me veo por ningún lado en sus planes. Él sabe que no puedo dejar a mi familia tirada aunque mi madre se encuentre ahora mejor. Un momento, las becas no se dan de una semana a la otra…
-¿Desde cuándo lo sabes?
-Un mes y medio, casi dos meses… No sabía cómo decírtelo.
-¿Has pensado en lo que eso supone? Te quedan tres años de carrera.
-Por eso quiero que vengas conmigo.
-Sabes que no puedo hacer eso Thomas.
-¡Si puedes, lo que pasa es que no quieres venir conmigo! –Me grita.
-No puedo dejar a mi familia tirada para irme contigo por más que lo desee. ¿Por qué coño has aceptado la puta beca joder? Si no me has dicho nada antes es porque no te importa lo que piense.
-Sabes que no es eso. Necesito esa beca y necesito estudiar fuera, necesito ser alguien en un futuro. ¡¿Tanto te cuesta entenderlo?!
-Entiendo a lo que te refieres… Perdón por ser menos que tú por trabajar en un supermercado y no tener una carrera universitaria. –Dicho esto me dirijo a mi habitación a toda prisa para que no vea que estoy llorando. Él me sigue y se queda en la puerta sin poder pasar, la he cerrado con pestillo y ahora estoy tirado en la cama con la almohada sobre la cabeza que ahoga mis gritos por la rabia de perderle.
-¡Diego, Diego abre la puerta joder! No dejes que esto acabe así… Diego… –Oigo un golpe y le escucho llorar, probablemente esté apoyado en la puerta, no lo sé.- Te quiero Diego… Te quiero…
Unos minutos después puedo oír como baja las escaleras y cierra la puerta de la calle. Se ha ido… Ya no está… Nunca creí que nuestra relación tuviese fecha de caducidad y así es, una semana, solo una semana más en el mismo país y vamos a estar peleados…
Apenas unas horas después de la discusión escucho llamar a la puerta, bajo corriendo, debe de ser él, seguro que ahora abro la puerta y me dice que no se va, que se queda conmigo y que vamos a estar juntos para siempre. Abro la puerta con la mayor sonrisa del mundo y al ver lo que espera en el portal cambia totalmente mi rostro.
-Necesito ayuda… –Suplica Marina con lo que parece ser mi sobrino en brazos.
-Dios, pasa ahora mismo… ¡Tu cara! –Le habían hecho un destrozo en la cara, probablemente David, tenia las mejillas hinchadas y un hilo de sangre proveniente de sus labios, de la parte izquierda.
-Necesito que te quedes con él, cuídale por favor… No puede criarse con tu hermano y conmigo, si tu hermano se entera que he salido me volverá a pegar y creo que esta vez será la última.
-Pero… Yo no puedo hacerme responsable de un niño recién nacido Marina. Quédate aquí con mi madre y conmigo.
-Vendrá Diego, tu hermano vendrá a buscarme lo sé… –Y así era, pocos segundos de decir esto llaman a la puerta.
-Marina, tranquilízate, escúchame: sube al cuarto de mi madre y quédate con ella, ¿vale? Y por lo que más quieras deja al niño con mi madre, David nunca se atrevería a tocarle un pelo a ella. –Marina asiente y sube corriendo las escaleras. Llamo a Edu para que venga a casa por lo que pueda pasar, él está en casa de Bree. Comienzan a pegarle patadas a la puerta y yo abro.
-¿Dónde está? –Pregunta David agresivo.
-¿Dónde está quién? ¿O te refieres a dónde está tu orgullo, tu dignidad y todas las cosas que estás perdiendo al volver a esta casa?
-No juegues con fuego enano. –Dice tambaleándose, está colocado y no poco.- Vengo a por Marina y el niño, se van a venir conmigo.
-Sabes tú que no David…
-Eso habrá que verlo. –Me dice empujándome contra la puerta y dirigiéndose escaleras arriba.
-¿Sabes qué? Cuando a papá le dio el primer infarto ni siquiera preguntó por ti. No le importabas nada, ni a él ni a nadie le has importado nada nunca. –Esto hace que su furia se desate, está bajando las escaleras y me golpea contra la pared.
-¡Mentira! ¡Eso es mentira! –Me grita con lágrimas en los ojos.
-Lo mismo que dijiste tú hace unos meses te digo yo ahora: eres débil y no llegarás a ser nadie nunca. –Golpea mi barriga dejándome tirado por el suelo prácticamente inconsciente.
-Marina baja ahora mismo, no me obligues a subir. –Grita desde abajo y Marina sale rápidamente del cuarto de mi madre y se presenta a su lado.- ¿Dónde está el niño?
-Carlos se queda aquí.
-¿Cómo dices?
-Que Carlos se queda aquí, con tu madre. –Dice levantando la voz que se ve apagada por un bofetón suyo que la tira justo a mi lado. Me siento tan inútil al no poder hacer nada… El golpe me ha dejado sin fuerzas y no puedo ni levantarme. David la agarra por la cabellera y la arrastra hasta la puerta, ella intenta huir y él le vuelve a pegar esta vez más fuerte. Antes de irse con Marina vuelve a donde me encuentro y me pega patadas en la cabeza y en el estómago. Pierdo el conocimiento y solo escucho gritos, alaridos de una mujer pidiendo ayuda retumban en mi cabeza y lo siguiente que veo es a Tom llorar. Sobre mí cae una de sus lágrimas mojándome la cara. Ignoro lo que Thomas me dice, me incorporo y subo las escaleras un poco aturdido. Consigo llegar al cuarto de mi madre y me tumbo en la cama sujetando a Carlos en mis brazos. Es el niño más bonito que he visto hasta ahora: tiene una gran cantidad de pelo negro, las mejillas rosadas y los ojos de su madre. Bueno, los de su madre no, él tiene dos y su madre otros dos, yo me refiero al color que es el mismo que el de los ojos de su madre. Lo junto contra mi pecho y lo muevo durante un rato hasta que cierra los ojos y yo los cierro con él. Despierto horas más tarde aferrado a él, esta vez acompañado de mi familia: mamá está acostada a mi lado, Edu a los pies de la cama y Tom sentado en una silla. Todos duermen mientras que yo me incorporo un poco y despierto a Thomas.
-Lo nuestro se ha acabado ¿verdad?
-No si tú no quieres Diego…
-Sabes que estaría contigo para siempre… Pero Alemania está demasiado lejos.
-No quiero que lo dejemos…
-Entonces quédate.
-Si me quedo tendría que pagar el doble de la beca y es una beca de tres años Diego… No tenemos dinero para pagarla.
Dejo a Carlos sobre la cama aún dormido y bajo a tumbarme en el sofá. Enciendo el televisor para que no me oigan llorar y lo veo en las noticias: “Hallada muerta una pareja en su domicilio, por lo visto el marido le asestó una brutal paliza hasta matarla y después cogió todos los medicamentos que vio a su alcance para suicidarse”.
Un grito sordo sale de mis entrañas y recorre por mi cabeza la idea de la muerte de Marina por mi culpa, si hubiese ido a auxiliarla cuando ella pidió ayuda… Puede que no sean ellos… No pueden ser ellos, David no puede haber matado a Marina. No pueden estar muertos. Llaman al timbre, abro la puerta y es la policía, vienen a buscarme para identificar el cuerpo de mi hermano. Despierto a mi familia y les digo lo que ocurre, quieren acompañarme y yo no les dejo, soy yo el que se debe ocupar de esto ahora soy yo el padre de familia… Subo al coche y me llevan al depósito de cadáveres donde me encuentro con los padres de Marina. Entro a ver si el cuerpo que descansa en la camilla metálica era el de mi hermano y así es. Está exactamente igual que siempre solo que más amarillo y un poco más muerto.
Tras mucho rogar a la policía me dejan entrar a ver a Marina con el consentimiento de sus padres, a los que les cuesta dejarme pasar por ser hermano de quien soy o más bien lo era. Quitan la sábana que la cubría y yo aparto la vista rápidamente para después volver a mirar. Dios… La ha destrozado yo no creía que fuese Marina hasta que sus padres más tarde me lo confirmaron. La habían reconocido por una mancha de nacimiento en su hombro izquierdo, si llegan a tener que reconocerla solamente por la cara hubiesen dicho que ésa no era su hija. El forense nos dice que tras los primeros golpes le quebró el cuello y murió al instante aunque David siguió pegándole después de muerta. 

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